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Cordelia Ronsard tenía las manos temblorosas y la mirada en esa carta, sus manos arrugaron la carta. Las lágrimas se aferraban a las cuencas de sus ojos, su gesto pasó de la desolación terrible, a una gran rabia. Lanzó un grito de frustración que asustó a los hombres frente a ella. —¡Hija…! —exclamó Orson Niall le arrebató la carta, leyó tan rápido como pudo, se quedó perplejo, miró a Cory y también a Lugh. —¡Bryce no vendrá, me dejó! ¡Me dejó plantada! ¡Escapó con Marbella! Huyeron juntos. —¡¿Qué dices?! ¡Eso no es cierto! —¡Léelo por ti mismo! Ahí está muy claro, Marbella, ¡es una traidora! Mi propia prima escapó con mi prometido, ¡la detesto! ¿Cómo pudo hacerme esto? —exclamó Cory, las lágrimas rodaron por su rostro. Lugh le quitó la carta a Niall, leyó, negó. —¡No! No es cierto, Marbella no haría eso, ¡ella no me haría esto! —¿Y por qué no lo haría, Lugh? Después de todo, tú la traicionaste, quizás lo hizo por venganza, ni siquiera yo le importé. Lugh la miró horrorizado
Marbella luchaba, no podía quitarse a Bryce de encima, sus labios sobre los suyos le causaban repudio. Hasta que por desesperación mordió su labio inferior, tan fuerte, que él lanzó un quejido, Bryce sintió un hilo de sangre correr por su labio, el sabor a óxido lo descubrió. —Marbella… no pensé que fueses tan apasionada —dijo con una media sonrisa, que a ella la asqueó. Marbella hizo un gesto nauseabundo, limpió su boca. —¡Me das asco! Bryce la miró con estupor, todo esperaba, menos que ella dijera algo tan cruel. Marbella luchaba contra la puerta, no podía. —¡Abre la puerta! Estás loco, déjame ir —sentenció La mirada de Bryce era rabiosa, pero sentía un gran dolor, sus ojos se volvieron temblorosos. «Todos en mi vida me han rechazado, mi madre murió, yo era su ruina, eso me dijo mi padre, que no era mi padre y solo me repudió, me llenó de malos tratos, a la vista del verdadero hombre que me engendró, y, sin embargo, también me odia, ¿ahora tú, mi único amor también me odia?
—¡Marbella, abre la puerta! La voz se coló a sus oídos, respiró profundo, ella conocía esa voz, pensó que nunca podría olvidarla. Abrió los ojos, y la puerta, salió de ahí, se encontró con él, fijamente. —¡Lugh! —exclamó feliz de verlo de nuevo. —¡¿Qué están diciendo?! ¿Es una especie de broma? —exclamó la abuela Delia, mirándolos con ojos grandes. —Ninguna broma, abuela, estoy vestida de novia, hoy voy a casarme, es lo que haré —dijo Cory afianzándose a la mano de Niall. —Hijo… ¿Qué haces? —exclamó Amelie. —Madre, no te entrometas —sentenció Niall —¿Qué pasa, tía Amelie? ¿No dijiste que era yo la mujer perfecta para cualquier hombre? Amelie asintió. —Sí, pero, el amor es algo que debe tener un matrimonio. Cory sonrió. —No se preocupen, nos amamos, ¿verdad, Niall? Niall titubeó, claro que él amaba a Cory, pero, ella no lo amaba a él. —Sí, nos amamos. Amelie escuchó tanta determinación en Niall que no se atrevió a decir nada más. Entraron a un salón de la iglesia, pues l
—¿Qué hiciste, Cordelia? ¡¿Te casaste con otro?! Cory le miraba con rabia, él se acercó, ella fue a él, abofeteó su rostro con tanta rabia, que la hizo temblar. Bryce la miró incrédulo, ¿Quién era esa mujer? Ya no la dulce y sumisa Cory que tanto lo amo, pudo ver sus ojos brillantes de un odio que él nunca vio en ella. —¡Cory…! —Sí, te reemplacé, me casé con un buen hombre, un hombre en toda la extensión de la palabra, no un pobre cobarde como tú, ahora lárgate, ni yo, ni los Ackerman queremos volver a ver tu repugnante y falsa cara nunca más. Bryce tocó su mejilla, había rabia en su rostro rojo. —¡¿Quién te crees que eres?! —exclamó levantando la mano, quería golpearla Cory cerró los ojos, no era la primera vez que la amenazaba con pegarle, Niall se puso frente a ella. —¡No la toques o juro que es lo último que harás! Te mataré, Bryce. Aléjate de mi mujer, ya te lo ordenó, no eres nadie en nuestras vidas, desaparécete. —¡¿Qué yo no soy nadie?! Orson se acercó asustado, Corne
Lugh sintió que estaba en el paraíso, sus miedos se disipaban, volvía a vivir, ella era su centro de paz. Quería besarla tanto hasta que su sabor se impregnara por siempre en sus labios. La recostó en el suelo alfombrado, siguió besándola. —Te amo —murmuró al romper el beso, acarició su rostro. Las pestañas de Marbella temblaban como alas de mariposa, mientras lo miraba con dulzura. Lugh supo que siempre era ella, no había ninguna otra mujer en su corazón. —Lugh, debo ir por tu ropa —dijo ella nerviosa, logró escapar. —No necesito ropa. Marbella le miró incrédula, luego ambos se echaron a reír. —Quiero decir, puedo estar con esta bata, no quiero que te vayas. Ella negó. —No me tardaré. Lugh tocó sus labios, sonrió. «Aún me ama, hay una posibilidad de recuperar su amor», pensó con emoción. Marbella fue a la lavandería, cerró la puerta, se recargó contra la puerta, su corazón latía con gran fuerza. «Aún lo amo, aun mi corazón late por él, pero ¿podré estar a su lado a pesar
«Ese es el problema del amor cuando no eres amado», pensó Bryce —¡Yo te amo, Marbella! Sé que tú me amarías, pero este infeliz, traidor está enloqueciendo tu mente, ¿olvidaste lo que te hizo en el pasado? Cuando te acusaron, él no creyó en ti, ¡yo creí en ti, Marbella! ¿Es así como me pagas? —exclamó Bryce Marbella tenía ojos llorosos. —Vete ya, Bryce. —¡Lárgate! —bramó Lugh Los guardias se acercaron, al final Bryce se fue, lanzó una última mirada severa contra Marbella, luego encendió el auto, se fue de ahí. Manejó a toda prisa, como si quisiera arrancar el volante y los pedales. Todo lo que podía pensar era en Marbella y esas palabras «Yo no te amo a ti» Detuvo el auto a medio camino. —¡Pues debes amarme! ¡Debes amarme! No es justo que todo tu amor lo tenga Lugh, cuando es un miserable que te engañó, él no merece tu amor, no sé de qué forma lo haré, pero te aseguro, Marbella, serás solo mía —sentenció, luego encendió el auto y siguió el camino. Marbella y Lugh fueron a la
Marbella hizo que Lugh se acostara a regañadientes, trajo paños húmedos, la frente de Lugh estaba perlada en sudor, tenía mucha fiebre, ella intentó bajarla. No le gustó verlo así, enfermo, tenía miedo por él, solo quería verlo sano. Acarició su mejilla. —Marbella… Mar… —susurraba, ella tomó su mano. —Duerme, cariño, todo está bien. La boda terminó, solo en ese momento Cory sintió el golpe de la verdad, se había casado con un hombre que no amaba, ahora le tocaba enfrentar su cruda realidad. La abuela se acercó a ella, al ver esos ojos temerosos. —Cory, ¿Estás bien? Cory asintió con rapidez. —Muy bien, abuela, no te angusties, ha sido una hermosa boda, no tengo más que decir que gracias, tú me cuidaste desde que quedé huérfana, has pagado mi boda, me has dado tanto, soy lo que soy por ti. Delia acunó su rostro, la miró con tristeza. —Todo lo que he querido es que seas feliz, Cory, tú y Marbella, como la madre de Lugh y Amelie, han sido las hijas que no tuve. Cory la abrazó.
Todos se quedaron perplejos. —¡Mi mamita ya despertó de su sueño! —gritó Celestia. Lugh tenía ojos enormes, algo golpeaba su mente, la idea de que Vanessa Saint era culpable, y debía pagar por su crimen. —¿Cuándo despertó? —Recién lo ha hecho, el doctor la está revisando, y yo quise venir a buscarte, debes estar ahí. —¡Papito, llévame con mi mami Vanessa! ¡Quiero verla! Marbella hundió la mirada, su mano se volvió un puño rabioso. «Vanessa, te había olvidado, pero al fin despertaste, para pagar por todo el año que me hiciste», pensó Lugh se puso de pie, su mirada se cruzó con la de Marbella. —¿Vendrás a ver a la madre de tu hija, Lugh? Celestia, debemos ir con mamita. —¡Sí! —Celestia estuvo a punto de ir con su abuela, pero Lugh tomó su mano. —Vamos, hija, iremos a ver a tu madre. Lugh fue con la niña, hubo un gran silencio, nadie dijo nada, vieron al hombre salir de ahí. Marbella llevó a los niños al jardín, estaba con Chloe. —¿Estás bien, Mar? Marbella asintió con lent