— ¿Cómo que no puede atenderme? - preguntó Ellis, indignada por la audacia de Cristine. —Fueron órdenes de Franco, Señorita Barker. - Respondió Cristine aún retocando su lápiz labial rojo. Después de todo, nunca se sabe cuando el Señor Amorielle aparecería de nuevo, necesitaba estar preparada. — Hice una cita. - Reforzó a Ellis mostrando el papel de la cita para Cristine. De hecho, quería restregárselo a la secretaria del gerente. Cristine sostuvo el papel de la programación y entonces en pocos segundos ya soltó su sonrisa de libertinaje, diciendo:— Sí, estabas programada para las nueve de la mañana y ahora faltan cinco para diez, así que...— Sí, sé que llego tarde. Sin embargo, un idiota robó mi plaza de aparcamiento y me vi obligada a estacionar a una cuadra de aquí por el tráfico que decidió embotellar... - Lo explicó Ellis, irritada.—Discúlpame, pero no puedo ayudarte. Vuelve mañana, querida. - Respondió Cristine con poco caso.— Cariño, no estás entendiendo. la última entre
Leer más