La noche siguiente.Polo la recogió temprano.Lorena bajó las escaleras, iba vestida con un sencillo traje profesional, competente pero no encantadora, llevaba un maquillaje ligero y exquisito, sus ojos brillaban y resplandecían, de modo que la gente no podía mover los ojos.El restaurante reservado era una cocina privada, en un lugar apartado, pero en un entorno excelente.Gran lugar para las parejas.Polo también sacó las rosas preparadas y se las entregó con una sonrisa de impotencia antes de que Lorena las cogiera.—Señor Ruiz, es demasiado formal...—Señorita Suárez, me invitas a cenar, yo le doy rosas, me parece justo.Lorena se quedó sin habla.Polo era alguien que no se acobarda y no había presión para cenar con él.El ambiente de bromas y risas se iba relajando poco a poco.Era sólo que esta escena cayó en los ojos de los demás, y fue un poco duro.Juan, que estaba sentado en el asiento de la ventana del primer piso, miraba fijamente hacia abajo, con la cara ya oscurecida.El
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