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Todos los capítulos de Lo que fui sin ti: Capítulo 41 - Capítulo 50
89 chapters
La intrusa
Haziel siempre fue, ante mis ojos, una chica alegre, sarcástica, graciosa y bonita, aunque desaliñada. No era el tipo de chica con el que me habría gustado juntarme, pues yo siendo la chica bulleada y con autoestima baja, buscaba a alguien que llamase poco la atención y que prefiriera pasar con la nariz metida en un buen libro antes que irse de fiesta a tugurios. Pero al final fue su espontaneidad la responsable de que forjáramos una amistad durante el primer semestre de universidad. Claro, eso antes de que estuviéramos a punto de ser secuestradas y de que me pusiera en riesgo por atrapar a un criminal cuya identidad sigue siendo un misterio.Mi ex amiga siempre tenía una mirada de estar planeando algo; una fiesta, una salida de compras, un malévolo plan para hacer trampa en los exámenes y demás, pero siempre la vi como alguien inocente incapaz de hacer daño a la gente. Así que definitivamente me paga un susto de muerte cuando me sorprende en mi habitación.—¿Cómo carajo te metiste a
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La intrusa II
A mí me investigan? Yo rompí mi corazón al dejar a Mateo para alejarme del peligro porque fui una cobarde y ahora resulta que soy producto de una investigación. No, me fui para dejar atrás tanta mierda, no puede ser que me haya seguido hasta aquí.—¡No te enojes! —me dice con los ojos entrecerrados—. Ustedes no son sospechosos ni nada, tu padre está limpio, tú también. Sabes que es importante investigar a fondo...—A mí me vale mierda —digo en un siseo—. Voy a aceptar tu oferta, pero solo para apostar toda la información que tengan de mí o mi padre. Si gano, me darán cada documento y tú, en el inter, tendrás tu distracción.—NO —grita y se levanta de un salto—. Si haces eso, sabrán que fui yo quien te dijo.—Me vale, tal vez no debiste haber venido —me acerco y abro la ventana para darle a entender que quiero que se vaya—. Si quieres tu distracción, algo debo ganar yo. Esa es mi propuesta.Haziel me mira con expresión derrotada. Apuesto a que en este momento se arrepiente de todo lo q
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La verdad
Llego a El Arco y me encuentro con que Haziel tenía razón: Hay gente, muy poca, pero hay. Presentes están cinco automóviles contando el que conduzco para llegar y siento muchas miradas clavadas en mí cuando llego hasta la línea de salida. Si no estuviera tan enfadada por los documentos que tienen de mi padre y míos, sentiría vergüenza por llegar así nada más.Ya hay dos coches ahí, el gris de Aiden es uno, por supuesto, pero no parece que vaya a competir; simplemente está estacionado en diagonal, no está cerca él, pero sí está Elisa recargada sobre el capó y junto a ella está Salomón. El otro coche está en la misma posición que el de Aiden, pero del otro lado. Parece estar descansando, por fuera, no se ve nadie y el interior se esconde por el vidrio polarizado.Traigo mi bolsa conmigo, es pequeña y discreta, dentro tengo mi cuchillo por si hay una emergencia y mis pastillas. Llegó totalmente a la línea de salida y enfreno. Dejo el coche estacionado justo entre ambos autos y me bajo. M
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La verdad II
Doy dos pasos hacia atrás debido a la confesión. No es que sea impactante, pero de pronto tengo una sensación desagradable y siento que debo alejarme lo más que pueda de él. El aroma me asquea.—Ahora es mi turno de ayudarte, después de todo, seremos familia. En un solo movimiento me toma por los hombres y me inmoviliza, su brazo rodea mi cuello y me corta levemente la respiración. Los sonidos de sorpresa e incluso preocupación hacen eco en mis oídos. Si pudiera liberar mi brazo para tomar mi cuchillo podría herirlo y soltarme. La presión en mi cuello aumenta y entonces me asusto en serio. Aiden abre mucho los ojos y hace ademán de acercarse, pero echa una mirada a Gustavo y se mantiene ecuánime. Elisa aparta la mirada. Flavio y Catarina están expectantes, con expresión neutra y mirada fiera. Mateo es en quien poso mi mirada, instintivamente busco ayuda en él. Está asustado, aterrado, su cuerpo se tensa por completo y hace ademán de caminar hacia mí. Aparto la mirada, no debe pare
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En pánico
Mateo no es tan atractivo como Aiden, ni siquiera le gana a Flavio, pero es tan agradable, sincero y perfecto. Quiero besarlo, necesito abrazarlo. Deseo con toda mi alma que me diga que me ama y hacer el amor como antes. Y entonces vuela a mi mente la imagen de Germán, repito la escena en que Catarina y Mateo se besaban y lo bien que se ven juntos. Y más que nada, recuerdo la razón por la que fui a hacer la distracción.—¿Nos investigan?Suelto la bomba de improviso. Él frunce el ceño, parece consternado. Que diga que no, que me mire a los ojos y diga que estoy equivocada, que Haziel mintió y entonces volveré a ser suya.—Dinaí, sabes que no puedo revelar información —eso es todo, acaba de romper mis ilusiones de nuevo—. No te pondría en peligro nunca, tienes que confiar en mí.No, no debo confiar. No sé casi nada de El Círculo, ni siquiera sé gran cosa del mafioso al que buscan, no puedo confiar si no sé nada.—No se puede confiar en algo que no se conoce —digo mientras me alejo de é
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Oscuridad
Así que es por eso, vaya, debí haberlo imaginado. Debería dárselo, ¿no? Como él dijo, eso no me pertenece y no estoy segura de querer saber qué es lo que hay en el interior. Pero debió pedírmelo de otra manera, no venir a mi casa, meterse sin permiso y pegarme un susto de muerte. No, que se joda el cabrón. Él me ha hecho mucho daño, emocionalmente él me tumbó por mucho tiempo, ahora es mi turno.—No me llevé nada —mi voz es veneno—. No tengo un carajo. Entras a mi casa, me inmovilizas, me pegas un susto de mierda y me llamas ladrona. Lárgate de aquí o te demandaré por allanamiento de morada.Clavo mi mirada en sus ojos. Son tan grises, tan crueles...pero en este momento no, en este momento se ve más que nada preocupado.—Di, por favor —a la mierda, está suplicando—. Contiene información importante, el detective sospecha de mí en el asesinato de Darío, esa información podrá exonerarme.No lo sé, Aiden, parece falso. No ha salido más información acerca del caso del chico universitario a
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Oscuridad II
La pista para la carrera no existía. Era simple, en cuanto llegamos al estacionamiento en el cual nos citaron, lo comprendí todo. Correríamos, sí, pero al parecer no en un terreno alejado, solitario y seguro; si no en la maldita ciudad con automóviles y personas circulando como cualquier día normal. Debimos alejarnos, dar media vuelta y huir, estoy segura de que podríamos arreglar este asunto de otro modo, pero Mateo negó con la cabeza cuando le comenté mi inquietud, al parecer, a fuerza tenía que quedar zanjado hoy.Le creí, confié en él, pues estaba totalmente segura de que jamás me haría daño; Mateo me protegía y cuidaba, no me pondría en peligro innecesario, así que no hice más preguntas, me concentré en controlar mis respiraciones y tomé mi pulso: 60 latidos por minuto, sin problemas. Mis crisis de pánico hoy no harían de las suyas.Después del incidente en el antro hace varios meses, me puse a entrenar como loca. En cuanto acepté ser novia de Mateo, me contó acerca de la organiz
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La boda
Me levanto y casi aviento la computadora. Siento mi rostro arder de ira, siento mi respiración volverse rápida y pesada. Mi pulso se dispara y puedo sentir palpitaciones. Siento el mareo y dos segundos después aparece la náusea. No logro llegar al baño, justo en el umbral tengo una arcada y luego vomito. Estoy temblando, ni siquiera puedo pararme. Siento frío, calor, dolor y la cabeza está por reventarme. Aparece el ya conocido dolor en mi pecho, me oprime hasta que está a punto de acabar conmigo. Trato de llegar a mis medicinas, junto la fuerza de voluntad necesaria para moverme un poco, pero no lo logro. Malditos ataques de pánico, odio esto. No puedo respirar, mi corazón late demasiado; sé que voy a morir. Lo último que pienso antes de que todo se vuelva negro es que si lo que dice la religión es cierto, al menos veré de nuevo a mi mamá.Un rayo de luz cae sobre mi rostro. Quema. Es molesto, pero no tengo la fuerza suficiente como para abrir los ojos, menos aún para moverme. Un gru
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La boda II
Una vez que estoy lista, me miro en el espejo: Me veo bien, el vestido azul y largo contrasta con mi piel, enmarca mi figura y me hace lucir elegante. Deshecho el pensamiento de que fue con ese vestido que jugué con Germán a la princesa y el paje, mejor termino de maquillarme y salgo con papá y dos amigos suyos (que jamás vi) hacia el jardín donde se llevará a cabo la celebración de matrimonio.Durante los preparativos, nunca me inmiscuí mucho debido a que no estoy del todo de acuerdo con esta boda, pero sobre todo porque no me interesaba un pito. Y ahora que el día llegó, que estoy parada en la entrada del enorme jardín adornado con miles de arreglos florales, la estatua de hielo gigante junto a la fuente del centro y veo un espacio acondicionado para cuando lleguen los del registro civil; me doy cuenta de que esto es en serio, se va a llevar a cabo y aunque quise evitarlo y fingir que nada pasaba; se volvió realidad.Gracias al cielo, me tomé doble dosis de medicamento (después de a
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Un recuerdo
Tomé el volante con fuerza, mis nudillos perdieron el color hasta volverse pálidos, mi pulso iba a mil por hora, sin embargo, controlé mis respiraciones. No temblaba, lo que fue buena señal, tampoco vi manchas blancas o borroso, mi visión se volvió más nítida. Tragué saliva, así me aseguré que no tenía la boca seca, probé un poco el clutch en la línea de salida y recité una plegaria silenciosa para que Mateo no hiciera una tontería mientras me metía en la peor carrera de mi vida.Alguien tocó mi vidrio y volteé. Era Mateo y al lado de él estaba Emma quien me miraba inexpresiva. Si no la conociera y fuera mi enemiga, esa chica gótica me pondría los pelos de punta. Bajé la ventanilla y junté mi fuerza de voluntad para no lanzarme hacia Mateo y pedirle que me despertara de esta pesadilla. Porque, amigos, me moría de miedo y lo único que me impedía salir corriendo era la idea de que la chica pálida se iría con los tipos raros y también yo. Y no solo eso, si no que Mateo moriría porque no
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