Por un momento no escucho sonido alguno, por un momento parece que el tiempo se detuvo. Lo único que oigo es el eco de los latidos de mi corazón y mi respiración.El primer tramo es recto, sin bordes ni curvas, incremento la velocidad, hago el cambio a tercera y llego a los ochenta kilómetros por hora. Y entonces el sonido regresa. El motor protesta ante el esfuerzo, el roce de las llantas con el pavimento se cuela por mis oídos. Relajo un poco las manos, pues los nudillos ya se me habían puesto blancos. Escucho un rechinido, pero no logro captar de donde proviene, aparte, estoy demasiado ocupada midiendo la curva a la que me acerco cada vez más. Y es que la curva cerrada es de casi ciento ochenta grados, se trata del regreso. Oh, mierda, esto no será fácil.Hay postes y trozos de metal que bordean la curva, no es suficiente para detenerme si en dado caso no logro virar y colisiono, así que si cometo un error, el coche volcará. El automóvil no es mío y dada mi velocidad, puedo ponerm
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