—Marie, la torre Eiffel es gigantesca, pude ver toda la ciudad y fue increíble. También fuimos al zoológico —solté enérgico —Oh, hijito, me alegra que la pasaras genial, ¿tienes hambre? —No, he comido mucho, ¿verdad papá? —lo miró. Max sonrió revolviendo su cabello.—Cuatro hog dog, dos salchichas y un helado.Lo miré sorprendida. —Pues ojalá que no te de una indigestión, hijo. Ve a darte un ducha y luego a la cama. —Está bien mami. Te espero para que me leas un cuento ¿si? —juntó sus manitas y le sonreí.—Nunca he dejado de serlo, Matt. Entonces se fue. Me acerqué a Max y le di un beso corto en los labios. —Gracias por hacerlo feliz. Eres un papá grandioso, Max —mencioné sin soltarla. Besó mi coronilla. —Gracias a ti, Matt tiene la mejor mamá del mundo. —Te amo. —Y yo a ti, Emi. Me besó. …Después de contarle dos cuentos, mi niño se quedó dormido. Parecía un angelito plácido sobre la cama. Dejé los libros en la cómoda. —Descansa, cielo. Apagué la lámpara y le di un bes
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