—Pero me regalaste a Marie. —¿Qué? —acuné su rostro —. Matt, yo nunca hice eso. Cuando te tuve era muy joven y tu abuela pensó que lo mejor sería hacerte creer que ella era tu mamá. No espero que lo entiendas, solo tienes diez años, pero cuando seas un adolescente volveremos hablar del tema, te explicaré todo. —De acuerdo —me abrazó fuerte —. Yo te amo, mamá.Yo también y me vas a hacer llorar, pequeño.—Y yo, no sabes cuanto. ¿Salimos a central Park? —propuse para animarlo. Y yo necesitaba distraerme. Sacarme de la cabeza a esa mujerzuela. Enseguida asintió con la cabeza. Así que tomamos un taxi. Al llegar le compré dulces. Incluso alquilé una bici para que recorriera el parque. Lo vigilé desde una banca. El día estaba estupendo, soleado y cálido. ¿Por qué nunca vine antes?—No te alejes mucho, Matt.—¡Está bien, mamá!Este parque es el pulmón verde de Manhattan y es inmenso, lleno de lagos, miradores, estatuas y jardines. Algunas personas practicando deportes, otras picnic en fa
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