1 mes después…Anduve con prisa, Amanda me sonrió, con un poco de reproche al verme entrar a la cocina. —Señora Copperfield, quédese tranquila, yo me encargo de todo. —¿Cómo crees? No voy a dejarte con todo el trabajo.Me puse el delantal.—Para eso me paga el señor, y si la ve aquí…—Max no es mi padre, además quiero ayudar. Ya el señor Davies debe estar por llegar —recordé mirando la hora. La cena consistía en un exquisito platillo de Fettucini en saba blanca con trozos de pollo. Y el postre, pastel de queso, mi favorito y según Max, también el de David Davies.Amanda puso la mesa. Todo estuvo listo antes de que sonase el timbre. Me arreglé la falda del vestido azul cielo y le hice señas a Amanda. Yo abrí la puerta.—Buenas noches, usted debe ser la señora Copperfield —me saludó el castaño, que estaba solo, pero sobre su hombro divisé a Maximiliano bajando del jaguar negro. Le di la mano algo aturdida. Era alto, musculoso, atractivo y sus ojos verdes transmitían una
—Todo está en orden. Cuídese mucho señora Cooperfields, hasta pronto Maximiliano. Nos despedimos del doctor y salimos del consultorio. Tomé la ecografía y la observé de camino a casa. Se distinguía mucho mejor, mi pequeña y linda bebé. Algunas lágrimas se acumularon en mis ojos. Parpadeé varias veces con la intención de alejarlas. Solo un poco más, un mes y una semana es lo que faltaba y la tendría en mis brazos. —¿Tienes hambre, cielo? Podemos hacer una parada en Starbucks. —No, estoy bien. Max…—Dime, Emi. —Debemos afinar algunos detalles en la habitación de Claire.—¿Claire? —Bueno…es mi segundo nombre y creo que sería muy bonito llamarle así. A menos que no estés de acuerdo. —No, me parece bien, es un nombre hermoso. En cuanto a lo otro, esta misma semana me encargo de eso. —Estaba pensando que Matt podría hacer dibujos en una pared, yo lo ayudaría, quiero que nuestra bebé tenga ese detalle de parte de Matt. —Es una buena idea. Avísame si necesitan materiales. —Lo haré.
—Pero me regalaste a Marie. —¿Qué? —acuné su rostro —. Matt, yo nunca hice eso. Cuando te tuve era muy joven y tu abuela pensó que lo mejor sería hacerte creer que ella era tu mamá. No espero que lo entiendas, solo tienes diez años, pero cuando seas un adolescente volveremos hablar del tema, te explicaré todo. —De acuerdo —me abrazó fuerte —. Yo te amo, mamá.Yo también y me vas a hacer llorar, pequeño.—Y yo, no sabes cuanto. ¿Salimos a central Park? —propuse para animarlo. Y yo necesitaba distraerme. Sacarme de la cabeza a esa mujerzuela. Enseguida asintió con la cabeza. Así que tomamos un taxi. Al llegar le compré dulces. Incluso alquilé una bici para que recorriera el parque. Lo vigilé desde una banca. El día estaba estupendo, soleado y cálido. ¿Por qué nunca vine antes?—No te alejes mucho, Matt.—¡Está bien, mamá!Este parque es el pulmón verde de Manhattan y es inmenso, lleno de lagos, miradores, estatuas y jardines. Algunas personas practicando deportes, otras picnic en fa
—Puedo sola —las palabras salieron de mi boca antes de poder evitarlo. —Vamos, no seas terca. Quiero pasar el resto del día con mi familia. Sin discusiones. Discúlpame por lo de esta mañana —agregó. —No me dejaste hablar, supongo que tenías mucha prisa. ¿En serio una reunión el día sábado, Max?—No te miento, me reuní con mi padre para discutir ciertos temas. Así que te he dicho la verdad. Dame un beso y ya deja los celos, Emireth. —¿Es verdad que despediste a Sylvana?—Sí, claro que lo hice. Te lo dije anoche y ni siquiera me miraste. —Tú tampoco me abrazaste, estamos a mano, Maximiliano. Pensé alejarme y me tomó por la muñeca, con fiereza. Aflojó su agarre al darse cuenta que me hacía daño. —Lo siento. No alarguemos esta pugna, por favor. No nos hace bien, ahora más que nunca debemos estar unidos —dejé que besara mi mejilla —. Necesito decirte algo, Emireth. —¿Más secretos? Creí saberlo todo.—Y yo —inhaló por la nariz —.No sé trata de mí, es sobre ti, cariño. Y quiero que m
Después de saber que mi madre estaba viva, pasé el resto de la tarde encerrada en la habitación. Cuestionando mi propia existencia. Mis propios abuelos fueron capaces de deshacerse de mí, porque arruinaría la vida de su hija. Una completa locura. No tenían escrúpulos, sino, hielo cubriendo sus corazones. ¿Por qué nunca pensé en eso?En una familia.Max entornó la puerta y se asomó. —Pasa —volví a sorber por la nariz, acurrucándome. —Te traje un té, bebe. Por favor.Lo dejó en la mesita y se sentó en la orilla de la cama. Su mano acarició mi frente y luego descendió hasta mi mejilla. Sin apartar su ojos de los míos. Suspiré.—¿Me parezco al menos a ella? —No lo sé. Quizás sea una mujer tan hermosa como tú, mi ángel. —¿Mis abuelos siguen con vida?—No. Toma este té, cariño —insistió dándome la taza blanca y me acomodé sobre la cama. Algo dentro de mí se estremeció. —Gracias. ¿Has telefoneado a Amanda?—Hace unos minutos. Están divirtiéndose. No te preocupes —me guiñó un ojo. —
Abrí los ojos a la madrugada. No me di cuenta cuando caí en los brazos de Morfeo. Maximiliano no estaba en la cama. Apenas puse un pie en el suelo y todo mi cuerpo se estremeció. Estaba frío. Encendí la lámpara de la mesita y me puse las pantuflas. Lo encontré en el sofá gris frente a la chimenea. Con un cojín sobre sus piernas, apoyando los codos. Tenía los ojos cerrados. Cuando se percató de mi presencia, se frotó la sien. —¿Estás bien? —Sí.—No es cierto. Dime qué pasa —tomé asiento a su lado y acaricié su espalda. Estaba tenso.Sus hermosos ojos azules, se clavaron en los míos. Forzó una sonrisa y suspiró. —Vuelve a la cama. —No pienso irme hasta que me digas qué sucede. Silencio.—Tus padres vienen por la noche. Cenarán con nosotros, quería decírtelo cuando amaneciera.Mi corazón dio un salto en caída triple. Instalándose una sensación estremecedora en mi pecho. Ya empezaba a contar las horas, minutos y segundos. No dije nada, quizás porque las palabras se quedaron atascad
Capítulo especial. «—¿Por qué después de tanto tiempo decides buscarle una familia? —Ya ha pasado mucho tiempo en ese lugar y temo que empiece a indagar acerca de su pasado. Claire ya es una mujer emprendedora, no merece cargar con una responsabilidad como esa. Es su decisión señores Cooperfields.—¿Sabe una cosa señora Castleraigh? Mi esposa y yo estamos pasando por un momento difícil. Debemos pensarlo un poco.—Entiendo y lo lamento mucho, Alessandro. Tómese el tiempo que necesite, solo no tarde tanto. Estaré esperando su respuesta.—Sí, es un asunto que no se debe tomar a la ligera. ¿Le puedo hacer una pregunta?—Por supuesto.—¿La niña conoce a su madre? Me platicó que está desde muy pequeña en ese orfanato pero ella está consciente de quién es su mamá ¿Cierto?—No, claro que no. Quería llorar, pero no iba a derrumbarme justo cuando estaba escuchando la verdad. No tenía intención de cargar la situación de más emociones. No lo soportaría. —Siempre supe que tu madre estaba viva,
POV. MaximilianoLlegamos a la clínica. De inmediato la subieron a una camilla y se la llevaron. Lo único que podía hacer es esperar. Estaba nervioso, temiendo que existiera alguna complicación en el parto. Me quedé en la sala de espera, junto a Nathan. —Deja de preocuparte, todo saldrá bien. Ya lo verás. —Sí, tienes razón —lo miré de reojo. Me regaló una sonrisa. La verdad no podía dejar de preocuparme. Cualquier cosa podía pasar. Papá llegó luego, me dio un ferviente abrazo. Varias palmaditas en la espalda. —¿Has traído lo que te pedí? —inquirí.—Por supuesto, aquí tienes Maximiliano.Me dio una cajita que guardé en el bolsillo de mi pantalón. —Gracias, padre. —agradecí aliviado porque no se le olvidó el brazalete. Asintió, posando una mano sobre mi hombro. Di un largo suspiro. —Despreocúpate, Emireth es una mujer fuerte. Y esta noche traerá al mundo a tu hija. —intentó calmarme. —Estoy muy nervioso. —admití revolviendo mi cabello. Y empecé a caminar de un lado a otro. Has