IDRIS LYNCH—«Yo, Thomas Harrison, en pleno uso de mis facultades mentales…» —comenzó a hablar el abogado ante la tensión que contenía el salón de la mansión. Era la lectura del testamento y algo me decía que no debía de estar aquí, pero Liam había insistido— «…dejo como heredero de mi empresa a Oliver Doyle, siendo el principal y único beneficiado de las ganancias y quien tomará su control una vez que mi nieto, Liam Blake, lo crea capaz. Así mismo, para mi pequeña Lily Doyle, dejo a su nombre todas mis propiedades fuera y dentro del país, con excepción de la mansión Harrison, la cual se quedará en manos de Liam Blake en el justo momento que yo fallezca».Podía percibir el odio que comenzaban a destilar la mirada iracunda de Helen, clavada en mí, como si me lanzara cuchillos, intentando asesinarme con sus pensamientos.—«Para mi encantadora Idris Lynch…» —continuó el abogado empeorando la situación— «…como una muestra de mi agradecimiento por servirme con amor y dedicación, le entrego
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