LIAM BLAKECuando estaba buscando mi siguiente objetivo, las suaves manos de Idris se aferraron a mi brazo, llamando mi atención, clavando sus hermosos ojos azules en mi rostro y calmando lentamente mi furia, dominándome, sedándome con su simple tacto. —Ya basta… No sigas… —pidió angustiada y de pronto ya no me sentía furioso, por el contrario, compartía su melancolía.Respiré profundamente y volteé hacia la encargada que se había tirado al suelo a llorar. —Dile al dueño de la tienda que me mande la cuenta, acompañado de tu acta de renuncia. No pienso condenarte como a ese par de ineptos defensores de la justicia, no voy a arruinar por completo tu vida, pero… a cambio te encargarás de difundir por cielo, mar y tierra, que cualquier idiota que se atreva a tocar un solo cabello de la señorita Idris Doyle, recibirá mi furia y no solo la mía, pues mi abuelo dudo mucho que también tolere que lastimen y humillen a su asistente, ¿entendiste?Su mirada cargada de miedo me confirmó que había
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