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Todos los capítulos de El universo que inventamos: Capítulo 21 - Capítulo 30
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CAPÍTULO 21: Otro mal día
Alexander El timbre que anuncia el final del receso nos despierta de nuestro idilio. Ni siquiera sé cuánto tiempo pasamos en esta posición y me frustra saber que ya tengo que dejarla ir y volver al mundo donde existen todos los demás. Ella se separa suavemente de mi pecho y sin mirarme, se levanta para empezar a recoger sus cosas. —Hoy no hay tercera clase —afirmo ayudándole con algunos libros esparcidos a su lado. —No, supongo que nos veremos el lunes —asegura con una hermosa y débil sonrisa. —Por supuesto que sí; por ahora debes ir a casa a descansar. —Entonces nos vemos luego. —Se despide poniéndose de puntillas para darme un beso corto en la mejilla y se va caminando hacia su amiga Rachel que la espera en la salida. No hay tiempo que perder, así que me apresuro a la oficina de mi padre. Como de costumbre, abro la puerta sin tocar y camino directamente hasta su escritorio; él ni siquiera levanta la vista para mirarme, inmerso en sus asuntos, como siempre. —¿Por qué permite
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CAPÍTULO 22: El bolso de la venganza
Al principio casi no puedo disimular, pero cuando el rostro de Alex se gira hacia nosotras, no me queda de otra que apartar la mirada y al mismo tiempo mi mejor amiga esconde su rostro tras la cartilla del menú. —¿Quién es esa? —pregunta en un susurro. —La coreana de la que te hablé ayer. —No la vi en el instituto. —Al parecer solo estuvo en mi clase. —Hago un esfuerzo enorme por no voltear a verlos, mientras Rachel no les quita la mirada. —¿Por qué crees que Alexander está con ella? —No lo sé, pero además de ser la directora de la otra sede de corea, parece ser una gran amiga de su familia. Aunque no quiera aceptarlo, en realidad no es extraño que esté con ella. —De todas formas, tenemos que espiarlos. —Hazlo tú que estás de cara hacia allá, yo no puedo. —¿Y si cambiamos de sitio? —¡No, Rach! Estoy segura de que Alexander puede reconocerme hasta de espaldas y la tal Monkey también me conoce; mejor préstame algo para cubrirme un poco. Se apresura a sacar la boina y las gafa
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CAPÍTULO 23: La exposición
Durante la última clase Alexander no me miró siquiera y estuve pensando todo el tiempo en que no puedo aguantar más esta situación entre los dos, y ahora que el timbre acaba de sonar y todos los alumnos han salido, menos él y yo, es mi oportunidad. Él sigue embelesado en escribir en su libreta mientras yo recojo mis cosas. Tengo los nervios de punta, pero aun así tomo valor y me paro frente a él. —¿Qué te pasa? —pregunto con la voz más firme que pude sacar de mis cuerdas vocales y él me mira un instante a los ojos, pero vuelve a bajar la mirada a su libreta y la cierra. —Debo irme —asevera levantándose rápidamente. —¿Por qué huyes de mí? —cuestiono mientras guarda sus cosas con rapidez, pero él no me mira. —Debo irme —repite, enganchando el morral a su hombro y camina a la salida. —¿Acaso te enamoraste? —me atrevo a preguntar dando un par de pasos hacia él y se detiene. —En tus sueños tal vez —dice mirando por encima de su hombro, pero sin girarse. Da un par de pasos más y corr
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CAPÍTULO 24: Lo odio
Adivinen quién es la primera en ponerse de pie y empezar a aplaudir a la mejor exposición de la clase… Sí, yo…, y después de mi primer aplauso, todos mis compañeros, junto con el maestro, se unen y se crea una tormenta de palmas chocando, mientras que las lágrimas batallan por salir de mis ojos y yo lucho por retenerlas. Alex hace una reverencia en forma de agradecimiento, mientras que su rostro permanece serio. Su mirada encuentra la mía por un instante que me parece demasiado corto y luego desconecta su memoria USB del proyector. No sé por qué, pero comprendo perfectamente lo que puede estar sintiendo y es razonable que no pueda sostenerme la mirada; él acaba de desnudarse ante mí; sus sentimientos quedaron expuestos delante de muchas personas. Algunos tal vez se hayan percatado de lo mismo o quizás no, pero yo sí… Me muero por correr y abrazarlo, pero me abstengo, acomodándome nuevamente en mi silla, porque como siempre, no es lo “correcto”. Los aplausos ya se apaciguaron cuand
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CAPÍTULO 25: Kiss me
La sonrisa deslumbrante de Rachel me espera en la entrada y en cuanto me ve, me toma de la mano llevándome de prisa por el jardín del instituto. —¡Nos vamos de compras! —afirma entusiasmada mientras saca la mano para parar un taxi cuando llegamos al borde de la carretera. ✍(◔◡◔) Después de almorzar una rica comida mexicana, nos dirigimos a la tienda de ropa y pasamos toda la tarde probándonos todo tipo de vestidos, hasta que tres horas después, me decido por uno plateado ceñido al cuerpo, tipo sirena, con un gran escote en la espalda. Rachel también encuentra por fin su vestido perfecto y vamos al mostrador para pagarlos. Salimos del centro comercial cuando el sol ya se está escondiendo en el horizonte; tenemos el tiempo preciso para ir a casa y arreglarnos antes de que los chicos pasen a recogernos. Esta noche vamos a divertirnos, aunque sea lunes y no tengamos ningún motivo para celebrar. Llegamos a organizarnos en casa de Rachel y ella hace una obra de arte en mi cara con un m
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CAPÍTULO 26: Maldición familiar
Alexander Mientras nos besamos, los ojos de abril se abren lentamente y luego comienzan a cerrarse despacio hasta que su cuerpo pierde fuerza; la sujeto con firmeza cuando se queda colgando entre mis brazos y la levanto acunándola para llevarla con sus amigos. Es evidente que bebió más de lo que debía y por eso acaba de caer en un sueño profundo. La primera en darse cuenta de lo sucedido es su amiga Rachel, quien se levanta enseguida, mirándonos con preocupación. —¿Qué le ocurrió? —pregunta acercándose a nosotros. —Se durmió —respondo. —¿Seguro que no es nada malo?, ¿tal vez un desmayo? —cuestiona tomando la mano de Abril para comprobarle el pulso. —Completamente seguro —afirmo. —Su pulso está normal. —Te lo acabo de decir, solo se durmió mientras bailábamos; debió pasarse con los tragos. —Sí, lo hizo —responde juntando los labios en una línea fina—. Bien, llevémosla al auto de Christopher. —¿Son de confianza? —cuestiono escudriñando a los tres hombres que charlan entre ellos
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CAPÍTULO 27. Horrenda resaca
Son las 5:30 de la mañana y acabo de despertarme; sin embargo, esta vez no se lo debo al eficiente gallo despertador que tengo por vecino, sino a un horrendo dolor punzante en la sien. Pareciera que mi cabeza se va a separar de mi cuello y va a caer rodando por el suelo en cualquier momento; pesa tanto, como si en lugar de cerebro tuviera una roca gigante en el cráneo. Todavía estoy muy cansada, pero el dolor hace que el sueño desaparezca en cuestión de segundos. «¡Maldita botella de m****a!» Creo que la próxima vez prefiero beber gasolina en lugar de ese puto ron; si me hubieran dicho que la resaca se sentía como si me hubiera tomado todo el alcohol de ese club, jamás lo habría tocado. Apenas consigo quedarme sentada en la cama, apretando mi cabeza con las manos mientras intento recordar lo que pasó anoche. Solo vienen a mi mente algunos fragmentos de los momentos anteriores a empezar a beber como desquiciada, pero se van tan rápido como llegan. Lo único que tengo claro es que le
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CAPÍTULO 28: El cumpleaños del director
Es trece de febrero y los maestros nos reúnen para hablar de la celebración del cumpleaños del director, que ocurrirá mañana viernes catorce de febrero, sí, el día de San Valentín… No habrá clases en la mañana, pero en la tarde tendremos que venir al instituto para hacer la celebración y, además, va a haber una pequeña fiesta en la noche por ser el día de los enamorados. El profesor Jack y la maestra Eva, son los encargados del evento y por decisión conjunta, nos eligen a Rachel y a mí como organizadoras; no dudamos en aceptar encantadas, porque a diferencia de la gran mayoría que estarán compartiendo el día con sus amorcitos, nosotras estamos solteras y no tenemos nada que hacer, así que no nos queda de otra que ocupar nuestro tiempo en algo útil. Habían elegido también a Alexander y a Cristóbal para que nos apoyaran, pero como era de esperarse, solamente el segundo aceptó la propuesta, ya que mi ahora “amor platónico”, no me dirige la palabra y se mantiene alejado de mí en la medida
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CAPÍTULO 29: Impulso de desahogo
Alexander Despierto a las ocho horas y treinta minutos del catorce de febrero, día de San Valentín y cumpleaños de mi “querido” padre. Siempre que llega esta fecha, no dejo de pensar que debió nacer el día equivocado, ya que jamás lo he visto enamorado, ni siquiera de mi madre; aunque él no haya hecho más que alardear sobre lo “bonita” que era su relación cuando estaban juntos. Lo he escuchado hablar tanto de sus negocios, que ahora comprendo el motivo por el que lo hacía, y es que, ante sus socios, debía ser el hombre y el padre ejemplar que nunca tenía problemas familiares… Lástima que mi madre acabó con su reputación y supuestamente la de toda nuestra familia. 👋≧◉ᴥ◉≦ Me levanto de la cama refregándome los ojos sin ánimos de nada. Desde que decidí alejarme de Abril y volver a ser el mismo solitario y triste de antes, no le veo el sentido a mis días; por eso, la rabia hacia mi padre y a su deseo de controlarme la vida, no me abandona. Esta vez también logró salirse con la suya
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CAPÍTULO 30: Un beso de la persona correcta
Alexander —Mi padre no está de acuerdo con que Abril y yo tengamos algo —confieso, mirándola a los ojos y ella se queda de piedra—. Él me amenazó con arruinar su carrera, así que prefiero alejarme de ella antes de que eso pase. Se queda en silencio por un instante, mirándome. —¿Sabes algo? —sonríe amistosamente—. Me alegra que hayas podido contármelo, y no por mí, ni por Abril, sino por ti. —Choca la punta de su dedo índice en mi clavícula—. Sé lo que se siente tener algo oculto que te atormenta; aunque no lo creas, a mí me pasó durante mucho tiempo. Se da la vuelta y camina hacia la banca cercana para sentarse. La sigo. —¿Por qué? —Me siento a su lado. —He estado enamorada de mi mejor amigo desde los cinco años y jamás había podido confesárselo o acercarme a él traspasando la barrera de la amistad. —¿Y ya lo hiciste? —Hace poco le di un beso —sonríe y sus mejillas se ponen rojas—. ¿Sabes cómo me sentí cuando lo hice? —Niego con la cabeza—. Como si todos estos años hubiera llev
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