Escuchaba la voz de mi madre orar, y era consciente de que no podía hacerle esto a ella, ya había sufrido por la muerte de mi hermano, además debía conocer a mi hijo… ya tenía un hijo, y no estuve ahí por marica. Todo el cuerpo me dolía, intenté moverme, pero no pude. Pero debía intentarlo, estoy aquí madre.—Tú nos haces pasar el valle del dolor, creí haberlo pasado con la muerte de Emiliano, por favor, Jesús, no te lleves a mi otro hijo. Llévame a mí, sabes que vivo solo por José Eduardo. Papá Dios, yo pago cualquier penitencia, cualquier ofrenda, pero no te lo lleves. Mira que él debe de conocer a Eduardo José. —El corazón palpitó, así me duela, el cuerpo debía moverme—. También debe conocer…—¡Katy se está moviendo! —Ese era papá.—¡Bendita eres virgencita del Carmen!Era la voz de tía Elsa, abrí mis ojos, pero no veía nada, tenía algo en los ojos o todo estaba oscuro.—¡Llamemos al médico! —gritó papá.—Hijo, cálmate, ¡gloria a Dios reaccionaste! ¿Sabes quién soy mi amor? ¿Puedes
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