Kelvin estaba en la sala, absorto en su celular cuando Noemí, su hermana menor, entró con una mirada curiosa.—¿Kelvin? —dijo Noemí, arrugando la frente—. ¿Por qué no le has respondido a Alessia?, te ha estado llamando varias veces, y acaba de llamar al de la casa.Kelvin suspiró y apartó la mirada de la pantalla.—Es complicado, Noemí. Alessia y yo… bueno, estamos en medio de algo. No quiero lastimarla, pero tampoco quiero… —Kelvin se detuvo a mitad de frase.Noemí se sentó a su lado, balanceando los pies en el aire.—¿Y qué vas a hacer? No podrás esconderte por el resto de tu vida, ¿no es tu hermanita favorita?Kelvin soltó una carcajada.—Me huele a celos, ja, ja, ja.—Para nada, nadie puede competir conmigo porque, ya, tú eres mi hermano de verdad. Ahora dime, ¿qué harás? Son dos mujeres, pero solo una puedes escoger.—No lo sé, hermana. A veces, el corazón es un laberinto sin salida clara.Noemí lo miró con ojos sabios más allá de sus quince años.—Tal vez deberías hablar con ell
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