Rebeca se mordió el labio inferior, luchando contra la tormenta de emociones que la embargaba. La lluvia seguía golpeando el cristal, como si el clima también compartiera su inquietud.«¿Por qué ahora?», pensó Rebeca. «¿Por qué justo cuando todo parecía estar en calma?»Kelvin la miraba, esperando una respuesta. Sus ojos claros reflejaban la confusión y la sorpresa. Rebeca sabía que no podía ocultar la verdad por mucho más tiempo.—Kelvin, no es solo Alessia —dijo finalmente, su voz temblorosa—. También soy yo. Yo… también siento algo por ti.El silencio se espesó en la pequeña mesa del café. El sonido de las gotas de lluvia parecía ensordecedor. Kelvin no apartó la mirada de Rebeca, como si buscara respuestas en sus ojos.—Rebeca, esto es complicado —murmuró él—. Somos amigos desde hace años. No quiero perder eso.—Lo sé —respondió ella—. Pero no puedo seguir ocultándolo. No puedo seguir viéndote con Alessia y fingir que no me duele.Kelvin tomó su mano, y Rebeca sintió el calor de s
Rebeca al llegar a su casa se derrumbó, a pesar de tener 27 años, sentía que moría por amor. Evelyn notó que su hija no estaba bien, así que fue a su habitación para saber qué pasaba. En cuanto entro, corrió al lado de su hija y la abrazo, entendió que sufría por amor y deseaba poder tener el poder de evitarlo. —Mamá, ¿cómo hiciste para no enamorarte de tu mejor amigo? ¿Cuál es la fórmula? Porque yo no la sé, y siento que muero —dijo Rebeca entre sollozos. Evelyn miró a su hija con ternura, recordando los años en los que ella misma había enfrentado dilemas similares. —Gerald es muy guapo, pero nunca me llamó la atención como hombre —respondió la mujer con honestidad—. Pero, hija, a veces en el corazón no se manda. Además, viste nacer a Kelvin; tienes un vínculo mucho más fuerte del que tengo con Gerald. Rebeca suspiró, sintiéndose atrapada entre la razón y la emoción. —Mamá, por favor no digas eso, me hace sentir vieja. Evelyn sonrió, acariciando el cabello de su hija. —No deb
—Hijo, llegas temprano —Anaís envolvió a Kelvin en un cálido abrazo, sintiendo su corazón latir contra su pecho.—Pedí permiso en el trabajo, tengo algo que hacer hoy mamá —Kelvin se apartó ligeramente y le sonrió.—Con razón, es raro verte temprano en casa. ¿No tienes viajes que hacer? —Anaís le ofreció una taza de café.—No, aún no. Aunque quizás si viaje —Kelvin se sentó en la butaca, apoyando sus manos en la mesa de madera. Su mirada estaba cargada de algo más que cansancio.—¿A dónde vas a viajar? —Anaís se inclinó hacia él, curiosa—. Cuéntame, no me dejes con la intriga.—El abuelo me ofreció una vez vivir en Francia, para estudiar una carrera. Estoy pensando en aceptarlo —Kelvin miró a su madre, buscando alguna señal de aprobación o preocupación.Anaís se asombró. ¿Por qué de repente ese cambio?—¿Francia? Pero siempre dijiste que si estudiaras otra carrera, lo harías aquí en nuestro país.Kelvin suspiró antes de responder.—Mamá, necesito un cambio —Kelvin confesó—. Estar alej
Alessia se quedó sola en su habitación, el eco de las palabras de Kelvin resuenan en su mente. El corazón le late con fuerza, junto con una mezcla de esperanza y miedo.¿Habrá arriesgado demasiado? ¿Será capaz Kelvin de verla de la misma manera? Se preguntaba Alessia.La habitación parece más pequeña ahora, como si los muros se cerraran sobre ella. Se sienta en la cama, abrazando sus rodillas, y cierra los ojos. Las emociones la inundan: deseo, incertidumbre, vulnerabilidad. Pero también hay determinación de continuar con su plan. Alessia sabe que no puede volver atrás. Ha cruzado una línea, y ahora solo puede esperar que Kelvin la siga al otro lado.ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩKelvin se encontraba en su apartamento, solo con el murmullo de la ciudad como compañía. La luz tenue de la lámpara iluminaba su rostro mientras sostenía una fotografía de Alessia. En ella, ella sonreía con los ojos brillantes, como si el mundo entero estuviera a sus pies.Había algo en Alessia que ahora lo atraía de mane
Alexis, tenía el rostro marcado por la preocupación, observó a Kelvin con ojos inquisitivos.—Kelvin —dijo Alexis—. Necesito saber qué está pasando entre tú y mi hija. ¿Por qué están tan distantes últimamente?Kelvin suspiró, sus dedos jugando nerviosamente con el borde de su camisa.—Tío, esto es complicado. Mis sentimientos están en conflicto.—¿Conflicto? —Alexis frunció el ceño—. ¿Qué significa eso?Kelvin evitó su mirada.—He estado luchando con mis emociones —confesó Kelvin, su voz sonaba apagada—. Alessia siempre ha sido como una hermana para mí. No quiero lastimarla, pero lo que he sentido en estos últimos meses… no puedo evitarlo. Y luego está Rebeca, así que no sé qué hacer.Alexis apretó los puños y su expresión era tensa.—Alessia está obsesionada contigo. ¿Qué harás con ella?Kelvin frunció el ceño, sorprendido por la revelación. No esperaba que Alessia sintiera algo más allá del amor. Pero ahora, con las palabras de Alexis resonando en su cabeza, se dio cuenta de que hab
En la penumbra de su hogar, Alexis cerró la puerta tras de sí. Después de haberse reunido con Kelvin, dónde su conversación había sido intensa. Pero ahora, al cruzar el umbral de su casa, su mente se enfocaba en Fanny, su bella esposa.Fanny estaba en la sala, sentada en el sofá, con una sonrisa expectante. Sus ojos brillaron cuando vio a Alexis.—¿Cómo te fue, amor? —preguntó Fanny, levantándose y acercándose a él.Alexis la abrazó, sintiendo el calor de su cuerpo. —Fue… intenso —dijo Alexis, buscando las palabras adecuadas—. Hablamos de todo, de como se siente él, de nuestra hija, de las decisiones que debe tomar. Pero ahora estoy aquí, contigo.Fanny asintió, acariciando su mejilla.—Siempre estaremos juntos, ¿verdad?Alexis la besó, sintiendo cómo su corazón se calmaba. Fanny era su ancla, su refugio en medio de la tormenta.—Siempre —susurró Alexis.Alexis tomó la mano de su esposa, y subieron las escaleras hacia su dormitorio. La luz tenue de la lámpara creaba sombras en las pa
—¡Estás loca! —Exclamo Sara al ver a su hermana y saber lo que ella estaba tramando.Alessia se cruzó de brazos, desafiante.—Me dices ¿Loca? No sabes lo que estoy dispuesta a hacer, en el amor se hacen cualquier locura, eso es válido.Sara apretó los puños, esto era el colmo.—Te lo advierto Alessia, arruinas mi fiesta, te las verás.Alessia soltó una risa amarga.—No me importa tu fiesta ni tus amenazas. No eres más que una niña mimada.Sara la miró con furia. Pero Alessia no se detuvo.—¿Qué piensas hacer? ¿Echarme? ¿Expulsarme de tu pequeño reino?—¡Te lo advierto, Alessia!—¿Miedo? No tengo miedo de ti, mocosa —Alessia se acercó aún más y sus ojos brillaban con desafío —Mira cómo tiemblo.—No te atrevas.—ja, ja, ja.—Como diría Brayan, querete coroto, prefiero ser una niña mocosa, que anda chorreando los mocos, que ser una mujer que ande detrás de un hombre porque está urgida que se lo metan.Alessia se enfureció por las palabras de su hermana y no lo pensó para levantar la mano
La tensión en la sala era palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso. Alessia se encontraba atrapada entre la pasión y la culpa, y el corazón le latía con fuerza en el pecho. A su alrededor, los invitados seguían disfrutando de la fiesta ajena a la tormenta emocional que se desataba en el pequeño espacio donde Alessia y Kelvin se encontraban.Kelvin, con los ojos aún abiertos por la sorpresa, retrocedió un paso. Su mirada se desvió hacia la ventana, donde Rebeca había estado parada momentos antes. La figura de su amiga se desvanecía en la oscuridad de la noche, y Alessia sintió que había perdido algo más que una amistad. Había perdido la confianza de alguien que había estado a su lado durante años.—Alessia, no puedo —dijo Kelvin, con su voz ronca—. Esto no está bien para ninguno de nosotros.Alessia luchó por encontrar las palabras correctas, para no hacer más grande el problema ¿Cómo explicar lo que había sentido en ese beso? ¿Cómo justificar su egoísmo? Pero antes de q