—Eres insoportable… Frida quiso darle la espalda, pero la mano de Román la tomó por la nuca y la obligó a girar hacia él. Su toque era firme, conservaba el equilibrio entre dominación y gentileza, pues su sujeción no la lastimaba, pero la invitaba a someterse. Román acercó su rostro al de ella, olf
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