20. Volviendo
Alessandro se sorprendió al escuchar el apodo "Sandro", un recordatorio de un pasado compartido lleno de complicidad. En ese instante, con la mayoría de mis recuerdos recobrados tras el golpe en la cabeza, comprendí que mi madre no estaba enferma, sino afectada por un antiguo accidente sin culpables. Me percaté de que desde mi infancia, mi corazón había elegido a Sandro, siempre presente en mi vida. Sentados en el restaurante, regalándome sonrisas, Alessandro tomó mi mano, sus ojos marrones reflejaban una conexión profunda que se había forjado desde mi niñez. —Mi madre vendrá esta semana y se quedará en su casa, en la playa, ya sabes dónde —anunció, sugiriendo que lo acompañara. Además, me invitó a almorzar, como si quisiera compartir más momentos juntos. Tragué saliva, debatiéndome sobre la conveniencia de aceptar la invitación, cuando él tomó mi mano. —Hay algo que quiero contarte —expresó. —Mi hermano y yo siempre hemos tenido diferencias, más allá de la edad. Cuando mi padre es
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