Dulcinea no respondió. Luis sintió una oleada de frustración, pero no quería que la situación se tensara aún más, así que suavizó su tono:—Ven a dormir un poco. Sé que no has descansado bien estos días.Dulcinea, con una taza en las manos, miraba por la ventana. Tras un largo silencio, respondió en voz baja:—Quiero volver a casa. He estado fuera por dos semanas, Clara debe estar preocupada.—Aquí es tu hogar —dijo Luis, frunciendo el ceño.—Estamos separados —replicó Dulcinea con calma—. Luis, no creas que con unas cuantas veces de imponer tu fuerza y obligarme a tener sexo, voy a volver contigo y dejarme controlar. Ya no tengo dignidad, ¿qué más podría temer?Luis no quería dejarla ir, pero sabía que, después del incidente con Austin, no tenía derecho a detenerla.Después de un momento de reflexión, finalmente accedió a dejarla marchar....Dulcinea rechazó la oferta de Luis de llevarla a casa, y en su lugar, tomó el coche del conductor.Al llegar a su apartamento, después de dos se
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