Todos los capítulos de AMADA LUNA VUELVE A MI: Capítulo 41 - Capítulo 50
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El ataque a Isabella
Los cachorros y la ex luna llegaron a ese bello claro que estaba en el lado oeste del interminable bosque espeso de la manada Luna de Plata, había un río en el que abundaban los peces, el paisaje era mágico Allí había estado tantas veces con Luciano, jurándose amor eterno, incluso él la había hecho suya en el verde pasto, ahora volvía aquí con sus cachorros — ¿Les gusta el lugar? su padre y yo, solíamos visitarlo mucho cuando yo vivía aquí — !Nos gusta mucho mamá! los lobeznos corrían de un lado a otro, el paseo era ideal para que quemaran energías Mientras tanto en el despacho, Camilo, vió que el Alfa se quedó perdido en sus pensamientos — ¿Qué pasa Luciano? de pronto te fuiste de aquí, ¿estás pensando en Isabella? — Ella se fué al claro con los cachorros, quisiera poder estar allá con ellos, que cada lugar que conozcan de la manada, sea mostrado por mí — Entonces ve, yo me encargo de todo aquí, te has perdido ya de mucho de tus hijos, no sigas perdiendo más El Alfa asintió,
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La verdad sale a la luz
La espantosa escena de sangre y heridas era atroz, alguien se había atrevido a atacar a la madre de sus hijos, según Landers era por qué habían ofrecido una cuantiosa recompensa, encontraría al autor de tan horrenda encomienda, lo haría sin dudarlo, pero ahora solo le importaba que sus dos amores se salvaran El alfa se transformó en su forma humana, no sabía a quién acercarse primero, fue con Lucian, su cachorro estaba consciente, él estaba sollozando pues su dolor era intenso — Lucian, todo va a estar bien, papá ya está aquí, aguanta cachorro, aguanta solo un poco, hazlo por papá — Papá... me duele mucho, esos lobos querían matar a mamá, ellos dijeron que... la luna de la manada les daría mucho dinero si la enviaban al infierno, ellos mataron a mamá, soy chiquito, no pude salvarla — Eres un cachorro muy valiente, Lucian, déjame ver a mamá, no te muevas — el Alfa dejó escapar gruesas lágrimas al ver a su cachorrito tan mal, le dió un beso en los cabellos y corrió a ver a Isabella
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El dolor del Alfa
El Alfa estaba sentado en uno de los sofás de la sala de espera, él tenía a su cachorro en brazos, Landers, estaba dormido pero apenas sentía que su padre lo quería acostar, se removía queriendo llorar de nuevo, por esa razón lo mantuvo en sus brazos — Joder, Luciano, hace apenas unos días eras el Alfa más solitario que he conocido y ahora tienes dos cachorros que no se quieren separar de ti, ¿cómo irán a ser mis cachorros? me preguntó si van a ser tan apegados a mí como lo son los tuyos — Los cachorros de lobos siempre son apegados a sus padres, ellos son curiosos por aprender y seguir los pasos de su sangre, Camilo, ve y has los preparativos para lo que hablamos, no podemos seguir perdiendo tiempo, esos miserables no saben lo que se les viene encima — ¿Estás seguro? no quisiera dejarte solo en estos momentos, creo que será mejor llamar al delta Dracko Luan, es de nuestra entera confianza, le diré que vaya adelantando el plan — Está bien, si el cachorro despierta y necesito entra
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Lucian no responde
El Alfa pasó una de sus manos por el rostro de su luna, la había extrañado tanto los años que no la tuvo cerca, sin ella fue muriendo de a poco, su carácter se agrió mucho más de lo que era, sufrió lo indecible, no podía concebir que lo hubiese traicionado Luciano Salvatore, había sido engañado, su luna nunca lo traicionó, su luna siempre lo amó, pero él creyó en las palabras y lo que le mostraron sus enemigos, eso le costó su felicidad, el no ver nacer a sus cachorros, no estuvo en el embarazo de su amada, era por eso que ella ya no lo quería cerca, se merecía su desprecio pero aún así la amaba tanto que no se hacía a la idea de perderla, quería su amor, la quería a su lado — Isabella, perdóname, no supe ver tu amor en la oscuridad, creí en lo que ellos me mostraron y no en lo que me mostraste tú, estaba muy herido, creía que iba a morir de dolor, tu eras lo que más amaba, me desquicié, pero lo he pagado, no a habido un solo día que no te recuerdo y te añore Por favor perdóname, c
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Ella es una sanadora
Los padres, del cachorrito estaban inconsolables, no se hacían a la idea de perder a uno de sus hijos, Luciano, sentía que todo se le salía de las garras, tenía tanto poder y lo que más le importaba en la vida no lograba conservarlo o mantenerlo a salvó Después de sacar un poco su dolor, Isabella, se quedó dormida, ella seguía muy delicada todavía, no estaba recuperada ni al cuarenta por ciento, El Alfa la dejó descansar, él salió de la habitación para ir a ver a su travieso cachorro, era ya la hora del almuerzo — Papá, ¿en dónde estabas? ¿viste a mamá? yo quiero verla, quiero ir con mamá — Ella está descansando ahora, más tarde cuando despierte te llevaré a que la veas, ahora iremos al castillo, necesito darme una ducha y cambiarme de ropa — Papá, el cachorro tengo hambre, pero no puedo comer en la mansión, Lucian dijo que no podíamos comer nada que fuera de papá, tío Camilo, cómprame algo de comer al cachorro, me están matando de hambre — Landers, ya perdona a papá, él está haci
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El espeluznante Luciano
Un aullido de dolor fué soltado desde el profundo pecho del rey lobo, caro estaba pagando haber sido tan ciego en el pasado, solo se tomó unos momentos para sumirse en su tristeza, no podía en esos momentos dejarse vencer A Isabella la estaban atendiendo lo mejor que podían, ella misma se había provocado mucho daño para salvar a su cachorro, no lo iba a dejar morir, si algo amaba en el mundo la reina de la manada era a sus hijos y a su Alfa, aunque a él no lo perdonara todavía — Papá... ¿qué hago aquí? ¡quitenme esto, me está doliendo, que me lo quiten, papá! — Lucian despertó de su inconsciencia, el cachorro estaba como si nunca le hubiera pasado nada — ¡Quitenle la intravenosa a mi cachorro! apúrese, ¿qué no ve que le está doliendo? — Pero Alfa, por la intravenosa le estamos pasando la medicina que necesita, ¿está seguro de su órden? — preguntó la enfermera El gran lobo recorrió con la mirada al lobezno, pudo ver qué estaba en perfecto estado — ¡Estoy seguro, hágalo de prisa!
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El irrompible lazo de sangre
El gran Alfa abrazó por unos momentos a sus hijos, después levantó la mirada para dirigirse al Alfa Franco — ¡Da gracias a la diosa que mis cachorros están presentes, ellos son pequeños aún y hay cosas que no deben ver todavía, pero eso no significa que te voy a permitir ver o estar cerca de mi luna, está es la última vez que te lo advierto, lárgate de mi territorio, no tienes nada que hacer aquí! — ¡No me voy a ir, esperaré hasta que la misma Isabella, te pida verme! — Vamos, Franco, este no es momento para que molestemos al Alfa Salvatore — el beta Rogelio, intervino, cada vez se convencía más que debían estar en el territorio de la manada Luna de Plata En esos momentos llegaba un lobo alto y musculoso, se trataba del Delta Dracko Luan, él ya había llevado a cabo la etapa más importante del plan — Alfa, estoy aquí para darle mi informe de la misión que se me encomendó — Adelante, acompáñame a la cafetería, sirve que alimento a mis cachorros El Alfa pidió dos caldos de pollo
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Revelando las verdades
El Delta volvió y ya no encontró a los cachorros, busco y buscó por todas partes y nada, no sabía que le preocupaba más, si los lobeznos o que se perdiera la información que le traía a su Alfa, pronto dió con el beta Camilo y le dijo lo que estaba pasando — ¡Camilo, los cachorros... ellos... los dejé un momento para pedirles más caldo de pollo y cuando volví ya no estaban, ellos se llevaron mi portafolios, los muy diablillos se me escaparon! — Hay no... con lo importante que es esa información, vamos a buscarlos, no deben estar muy lejos, no te debiste confiar, esos dos cachorros son un par de demonios — Se veían tan adorables que no creí que fueran tan traviesos, el Alfa va a matarme por descuidar lo que le conseguí — No, él va a matarte si no encuentras a sus hijos, esos lobeznos lo tienen en sus manos, los adora, son su tesoro, si tienen un solo rasguño date por muerto — Vengan aquí cachorritos, el tío Dracko Luan, les comprará un rico postre si son buenos lobitos — el delta lo
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El castigo de Artemisa
El Alfa, el beta y el delta, estaban ultimando los detalles para atrapar a Loreto, mientras tanto había ordenado que trajeran a Artemisa, ante él Los centinelas tocaron la puerta del despacho, con ellos traían a la rubia loba que no entendía lo que estaba pasando — Luciano, ¿qué está pasando aquí? estos labos me han traído aquí casi a la fuerza, ¿cómo se atreven a tratar a su luna de esta manera? — Para nosotros nuestra única luna se llama Isabella — dijeron los guerreros — ¿Lo ves? ¡están siendo muy irrespetuosos conmigo, Luciano! — Esperen afuera, quiero hablar con esta loba — ordenó el Alfa — ¿Qué pasa? ¿qué es todo esto? — ¿En verdad no lo sabes, Artemisa? qué tal si te refresco la memoria, regresemos a cuando Loreto, secuestró a Isabella y se la llevó a su cabaña del amor, como es que tú y él fueron cómplices en mantener a mi luna drogada por dos días, porqué que casualidad que tú supieras la ubicación exacta y me llevaste a ella no sin antes arrancarme una promesa, la de
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El alma gemela de paolo
En el territorio Masherano, Lizandro, enviaba a su hermano Paolo, al territorio Luna de Plata, necesitaba que fuera a traer al Alfa Franco, no era bueno para nadie que estuviera metido allá, él como su amigo debía hacerlo entender — Saldré en unos minutos con el Delta Jordano, espero tener éxito en la misión — Yo también lo espero, algunos de nuestros guerreros los acompañarán, no podemos confiarnos, los vampiros siguen atacando, y no puedo permitirme perder un hermano Fueron horas de cabalgata, los lobos estaban atentos a cualquier cosa extraña que ocurriera , fue ahí donde escucharon el grito de una mujer, ella estaba siendo atacada por un grupo de vampiros, en la pelea la habían lastimado y se le veía sangre y rasguños, estaban a punto de morder su cuello un vampiro de cada lado, cuando Paolo, bajó del caballo y se transformó en el aire en un gran lobo negro y gris, no era un Alfa pero era un príncipe, y eso pesaba de muchas maneras El, su delta y sus guerreros terminaron en una
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