Ivan estaba parado en el mismo lugar sin saber hace cuantas horas, pero no quería moverse aunque sus extremidades se habían entumecido. Temía que si se alejaba del cajón donde descansaba su hermano, se iría para siempre. Temía perderlo, olvidar su rostro, su risa, todo…. No había llorado, no desde que lo vio morir delante de él. Toda la habitación estaba decorada con cientos de hermosas flores de todos los colores que asemejaban al jardín trasero de la casa donde habían crecido y donde a Nick más le gustaba pasar las tardes. Era lo que menos podía hacer por él, que su viaje hacia el otro plano fuera lo más placentero posible. De repente una mano se posó suavemente en su hombro, pero no fue capaz de alejar sus ojos de su hermano. -Ivan…- dijo la voz masculina e inconfundible de Erik, su cuñado- Ella está aquí. El joven azabache no respondió, ni movió ni un solo músculo. Sabía a quién se refería, a Clara, su amada. A quien no había visto desde ese horrible día en la casa del grupo
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