—Nunca —respondió Nicolás sin siquiera fruncir el ceño, escupiendo fríamente las palabras.Si María hubiera observado con atención, habría notado que en realidad, el cuerpo de Nicolás estaba tenso.¿Amor? ¿Todavía tenía él derecho de hablar sobre amor? Desde aquel incidente, había perdido el derecho de amarla.—Está bien, como desees, firmaré.María tomó una pluma de la mesa de café y firmó el documento. Luego, lo arrojó con fuerza hacia Nicolás, conteniendo las lágrimas, y con la voz quebrada dijo:—Nicolás, espero no volver a verte en mi vida.Dicho esto, salió corriendo del apartamento, mordiendo su orgullo.En su apresurada salida, casi tropieza con los zapatos de Nicolás. Se sostuvo en el marco de la puerta para no caerse y, sin mirar atrás, se alejó rápidamente.Nicolás, viendo la figura derrotada de María alejarse, sintió el impulso de seguirla, pero Sara lo detuvo. —¿Te ablandaste, Nicolás? ¿Olvidaste lo que Javier te hizo en el pasado?Nicolás detuvo sus pasos, mirando en la
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