—¡¿Qué dices?! ¡Nunca haría algo así, Liliana! —Él se levantó de la cama, caminó hacia ella, se acercó tanto que la asustó—, no sé quien creas que soy, tal vez te parezco un demente o un monstruo, pero no soy nada de eso, nunca te tocaría a la fuerza, tú estabas desnuda en el baño, podías lastimarte, te envolví en una toalla, te traje aquí, a pesar de que te deseo con toda la pasión que arde en mi corazón, nunca te dañaría, a eso, yo le llamo amor. —¿Qué? —exclamó con duda —Estabas enferma, ardiendo en fiebre, eso fue todo, y me besaste. Ella abrió ojos enormes con espanto. —¡Eso nunca pasó! Él sonrió. —Sí que pasó, está en mi mente, lo recuerdo muy bien, ¿quieres que te lo recuerde? —su voz era tan gruesa que la hizo temblar, ella retrocedió. —Vete de aquí. Él sonrió. —Es mi habitación, pero, está bien, saldré. Caminó a la puerta, la dejó sola. Liliana liberó el aire que contuvo en sus pulmones, sintió como su corazón latía tan rápido. «No me pasa nada con él, solo me da m
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