Luisa: Novena parte.
En el tranquilo transcurrir de los días, Luisa percibía los cambios en la actitud del señor Julius. En la biblioteca, donde el señor Julius solía retirarse para sumergirse en sus pensamientos, Luisa lo encontró un día inmerso en la lectura de documentos administrativos. Sus ojos, antes opacos y distantes, cada día brillaban con un destello de determinación mientras se sumergía en las responsabilidades que ahora tenía.– Señor Julius, es un alivio verlo tan involucrado en las tareas de la mansión. Su hermano estará encantado de recibir su ayuda – comentó Luisa con una sonrisa, observando el cambio en su empleador.Julius asintió con seriedad, pero un destello de orgullo se reflejó en sus ojos – Es lo menos que puedo hacer, Luisa. Después de todo, la familia es lo más importante.Los mellizos, hijos de su hermano Lucios, se convertían en visitantes habituales de la mansión. Con sus risas y travesuras, llenaban los espacios vacíos con una alegría contagiosa, transformando los días grises
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