La religiosa me dejó con una erección superastronómica. Ni siquiera el descargarme las ganas con una de mis bailarinas me produjo bienestar. Así que, agobiado, he tratado de quitarme este deseo intenso que me recorre las venas, a punta de mucho trabajo. Joder, es la primera vez que me sucede algo como esto. Para ser sincero, a mojigata hizo un buen trabajo conmigo. Sonrío divertido. ¿Quién iba a pensarlo? Lud Reeves, atraído por una mujer tan insignificante como ella. Bueno, he de acotar que hace mucho tiempo que no me siento satisfecho con ninguna mujer. Por más que lo intento, al final, me siento vacío. Así que, supongo, que la razón por la que me sentí tan atraído por ella, se debió a lo cachondo y desesperado que estaba. Por fortuna, los coños son el menú de mi día a día y, cada vez que lo necesito, tengo a disposición unos cuantos de ellos para desahogarme. Sin embargo, encontrar a una chica virginal en tiempos tan modernos es una utopía. ―¡Joder! ¿Por qué demonios sigo pensand
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