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Todos los capítulos de Amo de la perversión: Capítulo 141 - Capítulo 150
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 42 Entre la espada y la pared
Este fin de semana que pasamos juntos, fue maravilloso y significativo. Sobre todo, porque Isabella aceptó ser mi esposa. Ya no tendremos que fingir que somos marido y mujer.―Tengo ganas de bajar un rato a la piscina, ¿te animas a venir conmigo?Niego con la cabeza.―No, cariño, ve tú y diviértete, tengo algunos asuntos pendientes por resolver ―me acerco a ella, la envuelvo entre mis brazos y le doy un pico en la boca―. Te prometo que me reuniré contigo en cuanto termine mi trabajo y, si te parece, después daremos un paseo por la ciudad. Mi corazón se derrite con esa preciosa sonrisa que me ofrece y que me deja deslumbrado.―Me parece una idea genial ―se eleva sobre las puntas de sus pies y me da un beso en la boca―, sobre todo, porque desde que llegamos a este país no has dejado de trabajar ―hace un precioso mohín con su naricita pecosa―. Creo que ya es hora de que te tomes unas merecidas vacaciones y le dediques más tiempo a tu futura esposa.Ella no lo sabe, pero ya he estado toma
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 43 Regalo de bodas
Una semana despuésMe quedo admirando desde el balcón de nuestra habitación el hermoso paisaje conformado por enormes castillos medievales construidos en ladrillo rojo y la espesa vegetación que los circunda. Hace una semana que llegamos a esta maravillosa ciudad. Siena está ubicada en pleno corazón de la Toscana, al sur de Florencia y al este del pequeño macizo de las colinas metalíferas.―El desayuno está listo, mia bella principessa ―susurra Massimo al pie de mi oreja. Me abraza desde la espalda y deja caer su mentón sobre mi hombro―. ¿Te gusta mi regalo de bodas, cariño? ―pregunta en un tono emocionado―. Desde que te conocí quise traerte a este lugar, mostrarte lo hermosa que es mi ciudad natal.Me doy la vuelta y cerco su cuello con mis brazos.―Me encanta, cielo ―me alzo sobre las puntas de mis pies y alcanzo sus labios para dejar un beso casto y suave―, aunque fue muy repentino el viaje, me fascina que me hayas traído a este lugar tan sorprendente.Me levanta del suelo y comienz
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 44 Confesión inesperada
No esperaba su llamada tan pronto. Salgo de la habitación y bajo hasta mi oficina privada para atenderla. Me pone nervioso que las cosas no vayan como lo había previsto, sobre todo, ahora que Isabella y yo somos más felices que nunca.«¿A qué le temes, Massimo? Si tu esposa te ama, entonces Reeves no representa ningún riesgo para tu matrimonio. Quizás este sea el momento preciso para que le cuentes la verdad. Ella tiene derecho a saber lo que está sucediendo»Aún no estoy preparado para hacerlo, primero tengo que confrontar a Reeves y averiguar qué es lo que quiere con ella. La razón por la que no deja de buscarla. Por ahora me ocuparé de evitar que ese hombre la encuentre. No lo quiero entrometiéndose y tratando de arruinar nuestra relación, porque tengo el presentimiento de que Reeves no se detendrá hasta que logre recuperarla. Entro a mi oficina y cierro la puerta. Una vez que me siento seguro, respondo la llamada.―Buenos días, Roger, ¿a qué se debe tu repentina llamada?Me preparo
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 45 Malestar
Me doy la vuelta en cuanto percibo el otro lado de la cama vacío. Deslizo la mano sobre la sábana y la siento fría. ¿A dónde fue a esta hora de la madrugada? Suelto un bostezo y me estiro perezosamente, antes de sacar las piernas de la cama y apoyar mis pies sobre la alfombra. Ayer fue un día bastante agotador y exigente, todavía sigo sintiendo el rigor de mis músculos cansados. Disfruté del paseo, pero creo que fue demasiado para mí. No quise preocupar a Massimo, pero desde hace algunos días me he estado sintiendo mal.Salgo corriendo hacia el baño porque mi vejiga está a punto de explotar. Sin embargo, me detengo a medio camino al sentirme repentinamente mareada. Apoyo la mano en la pared para estabilizarme.―Sí, definitivamente, me exigí demasiado.Me digo a mí misma mientras espero a que pase el malestar. Una vez que me siento mejor, me dirijo hacia el baño. Después de vaciar la vejiga, me cepillo los dientes, me lavo la cara y recojo mi cabello en un moño alto. Abandono la habitac
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 46 El fruto de nuestro amor
Me quedo mirando a mi mujer después de haberle escuchado confesar a mi médico de confianza que, hace poco más de una semana, se ha estado sintiendo mal. Por poco se salen mis ojos de sus cuencas orbitales. ¿Por qué razón no me lo dijo? Lo primero que se me viene a la cabeza es la paliza que el hijo de puta le dio en aquel callejón y que la mantuvo al filo de la muerte. Me aterra pensar que los mareos sean consecuencia de las patadas que recibió en la cabeza. Recordarlo me hace hervir de la rabia. Juro por Dios que sería capaz de ir al desierto de Mojave a desenterrar el cuerpo de ese maldito solo para volverlo a asesinar.Sigo esperando en silencio mientras Lorenzo procede con la evaluación. No he podido estar tranquilo desde que mi mujer estuvo a punto de rodar por los escalones. ¿Y si no hubiera estado allí justo en ese momento? Ni siquiera me atrevo a pensarlo.―Bien, señora De Luca, debo informarle que la encuentro en perfecto estado de salud.¿En perfecto estado de salud? Joder. N
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 47 El acuerdo
Hace una semana que se publicó el artículo sobre la esposa del fiscal y ese maldito no ha dado señales de vida. Me estoy quedando sin opciones. Repaso mi rostro con las manos en señal de impotencia.―¿Crees que aparezca antes de que se realice la exhumación?Giro la cara y niego con la cabeza.―No tengo ni puta idea, Jacob ―comento, agobiado―. Pero no estoy dispuesto a rendirme. Haré lo que esté en mis manos para obligarlo a salir de dónde quiera que esté ―sentencio con convicción―. Voy a acabar con su paz, con su vida y con su m*****a carrera ―bebo un trago de mi vaso―. No va a construir su felicidad a costa de la mía.Mis dedos se contraen alrededor del vaso con excesiva fuerza.―Su reputación va a rodar por el piso en cuanto esa tumba se abra y no encuentren sus restos, Lud ―comenta Rob al apartar la mirada de su móvil―. Tendrá que dar explicaciones al respecto y, él, mejor que nadie, sabe que todo fue una componenda de su parte. No va a salir bien parado de esta ―muevo mis dedos co
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 48 La cruzada
Mis manos están temblando y mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. Un hijo. Sigo sin podérmelo creer. Rachel y yo vamos a ser padres. Esto cambia todo el entorno. Abro la gaveta de mi escritorio y saco el expediente del hombre que ha estado detrás de mi mujer. Mi equipo no ha podido dar con él. Lo han buscado hasta debajo de las piedras, pero el maldito es muy ágil y astuto. Es como si la tierra se lo hubiera tragado.―Massimo, ¿qué piensas hacer ahora? ―giro la cara y observo a Antonio―. ¿Sigues empeñado en viajar a Estados Unidos y enfrentarte a Reeves? ―sigo aturdido con la noticia―. ¿Comprendes bien que eso es lo que él quiere? ―un bebé. Una familia―. Este tipo ha estado intentando sin parar a que muerdas el anzuelo ―sigue insistiendo Antonio, pero mi cabeza está en otra parte―. Lo único que ese tipo quiere es que lo lleves hasta tu mujer. Nunca imaginé que una noticia como esta me hiciera sentir de esta manera. No sé cómo definir este extraño sentimiento que me embarga.
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 49 El pasadizo secreto
Una semana despuésDespués de la amenaza que recibimos, duplicamos la seguridad para proteger la vida de todos, en especial la de Raymond y mi mujer. Ahora sabemos lo peligroso que es el hombre al que nos enfrentamos. Hemos emprendido una cruzada en contra de todos aquellos que están amenazando la vida de nuestra gente. Nadie que se atreve a meterse con nuestra familia, vivirá para contarlo.―¿Listo, Lud? ―susurro en tono muy bajo, casi inaudible―. Es la hora de eliminar a esta m*****a rata y devolverla al lugar al que pertenece.Eleva el pulgar de su mano izquierda en señal de confirmación. Giro la manija de la puerta con sumo cuidado y entramos a la habitación. El cabrón no se dará cuenta de lo que está pasando hasta que sea demasiado tarde. Sonrío satisfecho al verlo dormir como un lirón, sin siquiera imaginar que su tranquilo y placentero sueño está a punto de llegar a su final. Le hago una señal a mi fiel compañero para que revise la habitación mientras me encargo en persona del h
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 50 Ajuste de cuentas
Rob y yo nos quedamos abismados con la imagen frente a nosotros. La habitación tiene la apariencia de un calabozo sexual. Hay cámaras dispuestas por doquier, como si se tratara de un set de filmación. También hay un proyector sobre una de las mesas, un cajón con cintas de video, álbumes de fotografías y una infinidad de juguetes sexuales de diversa índole.―¿Crees que estén vivas?Niego con la cabeza.―No lo sé, Rob, pero están en muy mal estado.Mi compañero suelta una maldición.―Ese monstruo merece la muerte.Guardo la pistola en la parte baja de mi espalda y me aproximo hacia las dos chicas que se encuentran amordazadas y amarradas en un rincón del pequeño cuarto. No me atrevo a imaginar lo que les hizo.―Ambas están inconscientes, pero con vida, Rob ―hay signos evidentes de maltrato. Chupones y mordiscos por todo su cuerpo y otras marcas que me indican que además de golpeadas fueron abusadas. Incluso, una de ellas está embarazada. ¡Maldito cobarde! Están desnudas y descuidadas. Ap
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Ama de la seducción (Libro 2) Capítulo 51 El último objetivo
Una hora después, estacionamos en un lugar alejado y oculto del mundo. El mismo al que unos meses antes trajimos al maldito reverendo y el que se convertirá en la última morada de este hijo de puta. Lo sacamos del auto y lo llevamos al interior de la cabaña abandonada y desvencijada que está ubicada cerca de la bahía. Lo sentamos en una de las sillas y lo atamos a ella.―Despiértalo, Rob ―le indico al encender la lámpara―, necesito que el bello durmiente abra sus ojos y sea consciente del destino que le espera. Mi compañero coge uno de los baldes y lo llena con suficiente agua para luego lanzársela encima al miserable. Este despierta entre jadeos de ahogo y miedo.―¿Qué…? ―escupe el agua por sus orificios nasales―. ¿Qué demonios están haciendo? ―observa alrededor cuando logra aclarar su visión y se caga del miedo al darse cuenta de lo que está sucediendo―. No puedes hacer esto, Reeves ―indica con la voz temblorosa―, soy un senador del congreso y gozo de inmunidad diplomática ―alzo una
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