Cap. 21.1
Allí estaba Rosa acostada en el sofá, fingiendo dormir, cuando en realidad seguía luchando contra ese maldito control infernal sobre su cuerpo, Arthax y Renata dormían abrazados en la cama, lo supo cuando movió su cabeza levemente, luchando por su libertad, luchando por no vomitar sobre el sofá, verlos juntos le revolvía el estómago, y cada vez que luchaba, la sortija se calentaba, odia, ama, sufre, enloquece, odia, ama, sufre, enloquece, esas eran las palabras que se repetía una y otra vez para luchar contra aquella maldición. Unos ojos rojos iluminaron la cornisa del balcón en la oscuridad, Rosa miró con horror aquellos ojos, entornó la mirada y lo vio, azul-plata, vio a Darién, un relámpago partió el cielo, y cuando su luz iluminó aquel rostro, su espada en mano goteaba sangre mezclada con la lluvia, y en la otra una cabeza gritando de mudo horror, pero lo que más le aterró fue ver que el Nefilim, sus rasgos, no eran nada humanos, mostrando sus dientes apretados, sus colmillos
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