Siento a su lobo luchando por el control, y al instante me pone de rodillas. "No, maldita sea. No te equivocaste", dice él, arrastrándome a sus brazos y reclamando mi boca en un beso abrasador. No me resisto, pongo los brazos alrededor de su cuello y me dejo llevar. Sus manos se sienten ásperas sobre mi cuerpo, al igual que sus labios. Sinclair me muerde el labio inferior con sus colmillos y aprovecha mi grito ahogado para deslizar su lengua en mi boca. Su gran mano me sujeta por la nuca, agarrá
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