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CAPÍTULO 91: LA MENTE Y EL CORAZÓN
Cuando Damien abrió los ojos de nuevo, ya no se encontraba en las garras de su padre. El aire pasaba libremente a sus pulmones y no sentía dolor alguno.«¿Dónde estoy?», se preguntó. El lugar parecía un salón etéreo, rodeado de nubes rosas y azules.—¿Estoy en el cielo? —cuestionó en voz alta.—No exactamente —respondió una voz femenina y etérea que lo dejó congelado.Damien se giró sobre sus talones y entonces la vio. No necesitó que alguien le dijese quién era, pues lo supo en cuanto sus ojos se encontraron…—Diosa luna —susurró con una exhalación de asombro, en su tono de voz estaba implícita la reverencia de quien reconoce a una deidad.La Diosa Luna, con su presencia majestuosa, respondió abriendo los brazos con gracia y serenidad.—Ven aquí, hijo mío —invitó con un gesto acogedor que envolvía el espacio entre ellos.Damien no lo pensó, fue como si la conociera de toda la vida, como si ella siempre hubiera estado ahí sin que lo supiera. Corrió a sus brazos y se dejó envolver por
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CAPÍTULO 92: SACRIFICIO
Una sola fracción de segundo. Solo eso le tomó a Dereck darse cuenta de que, si no interfería, el destino de Damien estaría condenado.En ese diminuto espacio de tiempo, mil pensamientos se le pasaron por la mente. Analizó todas las opciones posibles, todo lo que estaba en juego con Mía y con Damien. En ese momento comprendió que a pesar del resentimiento y hasta odio inicial que tenía contra él, ahora Damien se había convertido en su mejor amigo, en el refugio de su lado impulsivo y salvaje que le invitaba a soltarse de las cadenas de la racionalidad de vez en cuando.En el torbellino de pensamientos, Dereck se sorprendió al darse cuenta de que nunca había imaginado la posibilidad de perder a Damien. Cuestionarse siquiera esa idea le parecía absurdo, porque al aceptar la conexión que comparten, todo encajó como piezas de un rompecabezas. Ahora, cuando estaba a punto de perderlo todo, el peso de esa conexión se volvía más evidente que nunca.Roran mantenía a Damien en una posición vul
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CAPÍTULO 93: ALFA DE ALFAS
Damien abrió los ojos y se encontró sumido en una escena de horror digna de una película macabra. La sangre de quien alguna vez fue su mejor amigo y, a la vez, su más feroz enemigo, se desparramaba en el suelo. El corazón inerte de Dereck reposaba a un lado de su cuerpo sin vida, mientras Mía luchaba desesperadamente por su vida contra los feroces ataques de Roran.El dolor de la pérdida de Dereck y la desesperación al ver a Mía al borde del mismo destino hicieron que Damien se alzara de un salto. En ese momento, se percató de que ya no se hallaba debilitado; sus heridas se habían curado y el veneno de acónito abandonó su cuerpo. Una sensación de poder lo envolvía, similar a cuando se fusionaba con Dereck. De hecho, en ese instante, juró que percibió la fuerza de su amigo dentro de sí mismo, como si él le estuviera transmitiendo la energía necesaria para poner fin a esa pesadilla de una vez por todas.El lobo interior de Damien emergió, transformándose en un imponente hombre lobo de o
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CAPÍTULO 94: EL ÚLTIMO ADIÓS
El silencio se había apoderado del bosque, solo interrumpido por el suave murmullo del viento entre los árboles. Damien y Mía estaban de pie junto a la tumba recién cavada, mirando con ojos vidriosos el féretro que contenía los restos de su amigo y compañero, Dereck. El funeral licántropo estaba a punto de comenzar, un rito ancestral que honraría la memoria de aquel que había caído en la batalla contra las sombras.Las lágrimas caían libremente por los rostros de Damien y Mía mientras el resto de la manada se reunía en círculo alrededor de la tumba. Los aullidos melancólicos resonaron en la noche, una despedida que trascendía la mera tristeza. Aquellos lobos, amigos y aliados de Dereck, unían sus aullidos en un coro lamentoso que reverberaba en los rincones más oscuros del bosque.Damien se adelantó, llevando consigo una antorcha encendida. La luz parpadeante iluminó su rostro sombrío mientras se dirigía al centro del círculo. Mía lo siguió de cerca, su mirada estaba perdida en la dan
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CAPÍTULO 95: UNA LUNA PARA DOS ALFAS
Cinco años después… El sol se derramaba en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos que anunciaban un día de despedidas y nuevos comienzos. Mía, ataviada con una toga universitaria, contemplaba el campus con nostalgia mientras los recuerdos de los últimos años se agolpaban en su mente. La ceremonia de graduación resonaba en el aire, marcando el final de una etapa y el inicio de otra. Se encontraba rodeada de compañeros que, con sonrisas y lágrimas en los ojos, compartían la emoción del logro alcanzado. Sin embargo, un nudo de melancolía se formaba en su garganta al enfrentar la realidad de lo que vendría a continuación. En ese momento no pudo evitar pensar en Dereck. Habían pasado cinco años desde aquella noche de luna llena en la que su vida se fusionó con la de Damien para siempre. Con el paso del tiempo descubrió en el Alfa los vestigios de la personalidad de Dereck, que gobernaba el corazón de Damien con vitalidad y amor. A veces le sonreía como él, o decía algo que so
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