— En serio los necesito, o mejor dicho, solo necesito lo que está en mi bolsillo derecho, si pudieras conseguirlo yo… no te molestaría más, me iría, creo que ya has hecho mucho por mí, no quiero causarte más problemas, sé que no es fácil lidia con un enfermo, y menos si debe mantenerlo escondido. Adriano suavizó el tono de su voz buscando manipularla, pero ella sabía exactamente los que él estaba haciendo. — No necesitas hacerte el amable conmigo, sé lo que eres, sé que eres un hombre peligroso, lo dijo la policía cuando vino a buscarte, yo fui quien decidió, aun así salvarte la vida, si necesitas lo que están en tus pantalones lo buscaré, pero debes prometerme que te irás, en verdad, ya no puedo seguir con esto, si me atrapan lo perderé todo y estoy aquí porque estoy convencida de que este es mi lugar en la vida. Él sintió una punzada en el corazón, se llevó la mano al pecho y se masajeó de manera instintiva. ¿Le dolían las palabras de la chica? Pero ¿Por qué? No estaba ligado a e
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