Keyla no podía pensar en otra cosa que no fuera encontrar la puerta que pudo ver cuando Hernán la sacó de su celda, sus pies continuaron. lo largo del extensos pasillo con aspecto victoriano y sombrío hedor. Cada vez los pasos fueron más veloces, más fuertes, más cercanos, por lo que cuando vió al fin la puerta no dudó en querer abrir, sin embargo no fue posible debido a que funcionaba con una llave, que obviamente no tenía. Giró sobre su eje, su corazón galopó feroz mientras revisó tales posibilidades, hasta dar con la rendija que estaba a unos dos metros de alto, no podía alcanzarlo sin tomar impulso, por lo que recordando las indicaciones de Marcelo, retrocedió y saltó, deslizándose debido a la superficie lisa que tenía como recubierta.Pero no había tiempo para reprocharse no hacerlo a la primera. Sí fallaba, se podía levantar de nuevo e intentarlo, esas palabras le dijo Joseph cuando la entrenó. Así que limpió sus manos, miró hacia atrás y corrió, estirando su cuerpo tanto como
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