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Todos los capítulos de Latidos del corazón: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31. ¿Puedo mentir?
Todo a su alrededor desapareció, se olvidaron que estaban en un lugar público, recargados sobre la pared de los servicios, ni adentro ni afuera; pero nada de eso importaba para ninguno de ellos.Lorenzo no pudo frenar el impulso que le corrió por las venas, era un deseo voraz que amenazaba con consumirlo. Sin importar si estaba bien o mal, todo lo que quería era fundirse en el cuerpo de Stella. Era una necesidad abrasadora que no le permitía pensar y ella…, ella no pudo apartarse de aquella boca, correspondió el beso y trató de seguir el ritmo de aquella boca que le devoraba hasta el alma.Stella llevó sus manos al cuello de Lorenzo, enredó sus dedos en los cortos cabellos del hombre, mientras él presionaba sobre su cintura para atraerla a su cuerpo, la sensación cálida fue abrumadora, sus cuerpos se movieron como si hicieran el amor.Lorenzo no quería romper el beso, no quería que aquel efímero momento de gloria terminara. Se negaba a romper aquella burbuja en la que se sentía totalm
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Capítulo 32. ¿No estás enfadada?
Lorenzo miró a Stella, la joven estaba roja debido a los titulares que habían aparecido en los periódicos impresos y digitales.—Tengo que volver a casa, si mi madre ha tenido la oportunidad de ver uno de esos periódicos debe estar furiosa —musitó sin levantar la mirada.Para Stella había sido un shock encontrarse con esa clase de noticia a primera hora de la mañana, tanto, que, se había encerrado en la habitación para terminar el disfraz de Valentina para su presentación, pero no había podido evadir la hora del almuerzo y a petición de la niña salió de su confinamiento, rogando que Lorenzo no estuviera, pero era fin de semana, así que, no tuvo mucha suerte.—¿Necesitas que te acompañe? —preguntó Lorenzo, ahora que todo había quedado de cara al público y que, seguramente el país entero lo había visto, no podía hacer de cuenta que nada había sucedido. Lo peor o mejor del caso era, que no había ese sentimiento de culpa en su corazón, quizá porque no lo había buscado, tal vez porque Stel
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Capítulo 33. ¡Hola!
¡Dos horas! Llevaban dos horas persiguiendo a Vicenzo y el tipo no había parado en ningún sitio por más de diez o quince minutos.—¿Crees que se ha dado cuenta de que lo hemos estado siguiendo? —preguntó Nico.—No lo creo, se ve arrogante, no inteligente —bufó Emilia.Nico suspiró.—Más bien creo que es muy inteligente.—¿Estás de su lado o del nuestro, Nico? —le reclamó Emilia ante sus palabras.—¡Por supuesto que de nuestro lado! —exclamó el hombre—. Pero no puedo dejar de reconocer los hechos —susurró.Emilia lo fulminó con la mirada, fue breve, pues no quería perder de vista al hombre.Vicenzo había entrado a un restaurante de prestigio y Emilia estuvo segura de que allí era donde encontraría una pista, sin embargo…, el hombre se reunió con otros tres tipos que tenían pinta de abogados. Allí no era.—Verlo comer me está dando hambre —susurró Nico, llevaban tanto tiempo detrás del empresario, que apenas habían bebido un poco de agua.—Olvídate de tu estómago por un momento, Nico y
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Capítulo 34. Loco e imprudente
Stella abrió y cerró la boca sin pronunciar palabra, no podía creer que Lorenzo y Valentina estuvieran parados delante de ella, ¡estaban en su casa! —¡Di algo, Stella! —le urgió la niña que, impaciente, llamó su atención.—¿Qué puedo decir, cariño? —preguntó con un hilo de voz. Estaba sorprendida, jamás se le hubiese pasado por la cabeza, que Lorenzo y Valentina la buscaran, no pensó que la extrañaban como ella los extrañaba. Stella no podía negar lo feliz que le hacía verlos, su corazón saltó de alegría y, aunque no podía poner voz a sus palabras, sus ojos brillaron por sí solos como dos luceros en el firmamento.—¿Que te hace feliz vernos? —respondió la pequeña bribona con picardía, leyendo en los ojos de la muchacha lo que sentía. La niña era muy observadora y a su edad, a veces parecía una adulta, aunque solo eran suposiciones.Stella le sonrió con ternura y luego miró a Lorenzo y sus mejillas se sonrojaron, al ver la intensidad con la que él la estaba mirando, lo que provocó qu
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Capítulo 35. ¿Serás mi mamita ahora?
—Sí, acepto.Lorenzo sonrió al escuchar la respuesta de Stella, acarició su mejilla con la yema de sus dedos, mientras su boca descendía sobre los cálidos labios de la joven, fue lento, casi una agonía el tiempo que pasó antes de que sus labios se encontraran. El beso no fue apasionado, fue tierno, delicado. Un beso con el que Lorenzo le quería hacer sentir todo lo que estaba sintiendo por ella.Stella llevó sus manos al cuello de Lorenzo, enredó sus dedos en los cabellos cortos y presionó para tener un poco de esos labios, de ese beso que le calentaba de una manera distinta cada rincón de su cuerpo.No era deseo, aunque si bien lo sentía, era una emoción que rompía la pasión carnal, como si Lorenzo fuera capaz de besarle el alma, el corazón.Cuando sus labios se separaron, ellos se quedaron abrazados. Stella recargó la cabeza sobre el pecho de Lorenzo, escuchando los latidos de su corazón, cerró los ojos y estuvo a nada de quedarse dormida con aquel bello compás.—Es tarde, deberíamo
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Capítulo 36. ¿Qué ha pasado acá?
Emilia temblaba de pies a cabeza, disimuló muy bien delante de Vicenzo, meciendo a Viviana contra su pecho, pero no podía negar que había sentido miedo de ese hombre. Miedo del futuro que le esperaba a la niña al lado de un hombre incapaz de responderle una sola de sus preguntas, porque era evidente que Vicenzo no sentía nada por Viviana, era, únicamente, el afán de complacer a su madre. La necesidad de sentirse poderoso y victorioso y ella sabía muy bien cómo terminaba todo aquello. Viviana sería dejada de lado, tal como le sucedió a ella.La rabia y el miedo mezclados en su interior le hicieron derramar un par de lágrimas, se sentó sobre la cama sin soltar a la niña.—Se ha marchado, Emilia —le susurró Nico, sentándose a su lado, tocándole los hombros para abrazarla.Emilia no se resistió, recargó su cabeza sobre el hombro de Nico y cerró los ojos, de alguna manera volvió a sentirse aquella niña que pedía a gritos la dejaran con su madre, que era todo lo que conocía.Aquella niña qu
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Capítulo 37. Un momento especial
—Stella y yo, somos novios. Anna miró a su hermano, si ya el saludo de beso la había sorprendido, ahora estaba sin palabras, aunque… no debería estarlo, ¡Lorenzo había besado a Stella en la boda de Nico! Toda la ciudad lo sabía, pero… tener la confirmación de que Lorenzo estaba dándose una oportunidad con ella era una cosa muy distinta. —Vaya, estoy… sorprendida —dijo, buscando las palabras adecuadas para ¿felicitarlos? Fue en ese momento que recordó a Gabriel y lo incómodo que debía ser para él aquella confesión. Lionetta era su hermana. Gabriel miró a Lorenzo y luego lo hizo con Stella, un cúmulo de emociones se arremolinó en su interior. Sentía nostalgia, tristeza y alegría. Era algo que no podía describir. —Lorenzo… —Gabriel no sabía qué decirle. —Sé que esto puede ser muy sorpresivo para todos, pero sucedió —pronunció, interrumpiendo las palabras de Gabriel. Lorenzo no soltó la mano de Stella —. Nos enamoramos sin darnos cuenta, junto a Stella he vuelto a sentir que vivo —con
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Capítulo 38. Bésame
Anna observó a Gabriel, su novio no había dicho ni media palabra desde que dejaron la casa de Lorenzo, se veía abatido y confundido. Ideas que no debían estar en su mente y corazón empezaron a gestarse, no podía evitarlo. No luego de la reacción de Gabriel ante la noticia del noviazgo de Lorenzo y Stella.Sin embargo, Gabriel estaba demasiado borracho y profundamente dormido como para preguntarle el motivo de su reacción. Le atormentaba pensar que su interés por Stella fuera más allá de lo profesional, era como un pequeño piquete que le incordiaba y le hacía sufrir.—¿Qué es lo que te atormenta, Gabriel? —le susurró, acariciando su frente, mirando su rostro. Ni en sueños parecía tener paz.La muchacha se levantó, buscó una toalla para refrescarlo un poco. Nunca había visto beber a Gabriel como lo había hecho esa noche, ni siquiera el día que Lionetta había fallecido.—Deja de pensar tonterías, Anna. Seguro estás viendo cosas donde no las hay. Además, Stella nunca ha mostrado ningún in
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Capítulo 39. En cuerpo y alma
El joven e inexperto cuerpo de Stella cayó sobre la suavidad de la cama, sus labios estaban aferrados a los labios de Lorenzo. Ninguno de los dos sabía cómo habían pasado del jardín a la habitación y tampoco prestaron mucha atención. Ambos se dejaron llevar por el deseo y la pasión que el beso de Stella provocó en ellos.Cuando el beso se interrumpió por la falta de aire, sus respiraciones eran agitadas y sus corazones latían con fuerza dentro del pecho. Sus miradas se encontraron, Lorenzo trató de encontrar un atisbo de duda en los bellos ojos de Stella, no quería correr con ella, aun deseándola como lo hacía.—Stella —susurró, en tono bajo, como si estuviera pidiéndole permiso para ir un poco más allá de un beso apasionado.Ella no pronunció palabra alguna, acarició la nuca de Lorenzo, enredó sus dedos en los cortos cabellos y lo atrajo hacia su boca, iniciando un nuevo y devastador beso.Lorenzo gimió ante aquella respuesta, colocó una de sus manos bajo el cuerpo de Stella para ayu
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Capítulo 40. Me cambiaste la vida
«Sí… Una segunda oportunidad de vivir»Lorenzo no pudo evitar pensar en la persona que llevaba el corazón de Lionetta dentro de su pecho. Había evitado pensar en ello, pues le era muy difícil aceptar que alguien más tuviera una parte de su esposa.—¿Cómo fue? —quiso saber, sintiendo que la voz se le ahogaba.—Un largo proceso. —Stella, acarició los cabellos de Lorenzo, ajena al cúmulo de emociones que él estaba sintiendo—. Fueron años de tratamientos, años de angustia cada vez que llegaba a consulta y no había una respuesta positiva y, aun así, me esforzaba por tener esperanza, hasta que un día, un trasplante de corazón fue la única opción que tenía de vivir. —Stella no pudo evitar las lágrimas que se acumularon en sus ojos y el dolor de su pecho.Lorenzo se acomodó mejor y pese a lo que estaba sintiendo, la escuchó.—Sin embargo, no es tan fácil como parece, entré en una larga lista de espera, que cada día se hacía más y más larga. Esperar que otro ser humano deje de existir para ten
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