—¿Se puede saber que haces en mi cama? —exclamo, horrorizada.—Oí tus gritos en la noche, me acurruqué a tu lado, esperando calmarte, y sin darme cuenta, me quedé dormido.—La próxima vez, despiértame. No hace falta que te metas en mi cama por una pesadilla.—Era mi plan, pero, entonces me abrazaste como si fuera un oso de peluche gigante. Te tranquilizaste al instante, y no quise ser el villano que interrumpe tu sueño. Además, dicen que los abrazos son el mejor remedio para las pesadillas.—Agradezco tu ayuda, pero ya puedes marcharte.—Si quieres que regrese, estaré encantado de velar tus sueños.—Venga, superhéroe, vete a dormir a tu guarida.—Buenas noches, princesa.—Buenas noches, James.Por su culpa, no he podido volver a dormir. La imagen la tengo grabada en mi mente, los dos, estábamos abrazados, y hasta puedo decir que su cercanía me estaba gustando.Me levanto de la cama. El día ha amanecido lluvioso, es lo que tiene vivir en Rosehills, un día te asfixias bajo un sol abrasa
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