DAVIDLa sorpresa me deja paralizado. Nora no desvía su mirada, me sostiene la vista como si no sintiera remordimiento alguno. Mi corazón late desbocado, la furia sube por mi garganta, pero me esfuerzo por mantener la calma.—¿Cómo pudiste? —mi voz es apenas un susurro, cargado de dolor y traición.—Sabía que ibas a venir a defender a tu niñera, o más bien dicho, a tu amante —dice, sin una pizca de pena.Por un momento pensé que armaría un teatro y negaría todo. Esta Nora que veo ahora, no es la misma que conocí. Es otra. Refleja desdén en su mirada y rostro, como sabiendo lo que le espera, pero sin importarle ya nada.—Se lo merecía, y si tuviera la oportunidad de nuevo, lo haría sin ningún problema —confiesa como si nada.—¿¡Qué me estás diciendo!? —exclamo, incapaz de contener la ira. Me acerco un paso, y no veo nada en su mirada, ni siquiera miedo. Respiro hondo, intentando recuperar el control para no llamar la atención de los oficiales y terminen sacándome sin saber todavía la i
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