Cuando termino de vestirme, voy a la sala y me acomodo en el sofá grande, con mis pies descalzos arriba. Paso minutos presionando los botones del control de la pantalla, no encuentro nada interesante. Estoy por pagarla, cuando el ruido de una puerta es cerrada.Giro la cabeza para ver por arriba del respaldo del sofá y fijo la mirada hacia el pequeño pasillo que dirige a la puerta principal de la habitación.David aparece a los segundos. Abro un poco más los ojos, con asombro y también mi boca, cuando noto lo que está vistiendo. Se ve sexy, con lo que sea él se puede ver bien, sin embargo, es un atuendo casual, algo juvenil y refrescante, muy inusual en David McKibbon.—Fuiste de compras —digo, porque es claro que lo hizo.Es bueno que haya pensado en él, y no solo en mí. Ayer que me llevó a todas esas tiendas, solo dejó que yo comprara cosas para mí, le señale una que otra tienda con ropa de caballero, de esas que seguro él está acostumbrado a frecuentar, hasta le insistí en que ingr
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