Llamar cachorrita a la mujer que tenía entre sus manos era casi una ofensa para como lo tenía en ese momento. Dios, que forma de mover sus caderas al sentido de la música. Lukas creía que se podría correr en cualquier momento si aquello seguía así.Ahora entendía porque estar en aquella pista era tan adictivo, es que se sentía realmente bien. La música, el calor, el olor, la sensualidad y el sexo danzando en el aire, era casi hipnótico.Apretó más sus manos en la cadera de aquella exótica mujer y se movió junto con ella de un lado a otro. A ella no parecía molestarle su cercanía, por el contrario, su pequeño cuerpo estaba completamente recostado contra él y su brazo hacia atrás alrededor de su cuello le decía lo relajada que estaba con él.Él se relamió los labios y después inclinó la cabeza pasando sus labios por la curva del cuello de ella sintiendo la suave textura de la piel joven para después lamerla. El sabor ligeramente salado fue realmente delicioso para él y lo hizo temblar.
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