Marcus daba vueltas por el jardín, se sentía tan fastidiado, recordaba las palabras de su madre, su golpe, sentía rabia. Pensó en lo que le dijo Evana, decidió poner manos a la obra. Tomó su teléfono y llamó, o tardó ni dos sonidos, cuando la mujer respondió, su voz parecía ansiosa —¿Qué es lo que quiere? Supongo que, va a maldecirme y a odiarme. —Dijiste cosas horribles sobre mí, ¿Qué puedo pensar al respecto, Pilar, ¿Qué puedo decirte? —Lo acusé porque es verdad, usted me hizo daño, abusó de su poder, lo usó contra mí, soy una víctima suya, no quiera juzgarme, no revictimizarme. Marcus sonrió, la mujer parecía estar jugando un juego, una doble cara, como si pensara que él pudiera grabar la llamada, estaba muy a la defensiva, Marcus supo que mientras ella tuviera esa postura, no iba a poder obtener lo que quería, debía suavizarla, recordó las palabras de Evana, una mujer despechada puede ser el peor enemigo de un hombre, pero una mujer enamorada daría el mundo por él. —No quier
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