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Al llegar a la casa, Sabrina se desprendió del agarre de Jonathan, estaba furiosa, se cruzó de hombros —¡¿Cómo te atreves a sacarme de esa forma de la fiesta de mi padre? ¿Qué derecho crees que tienes sobre mí? —¡No voy a permitir que estés con ese hombre, menos en mi presencia! —¿Y tú sí? ¿Yo debo soportar como te besas con esa mujer en público y me humillas de esa manera? Él se acercó a ella. —¡Eso fue un error, yo la rechacé! Solo viste una mínima parte, Sabrina, escúchame. Ella retrocedió y eso le dolió. —Sabrina, debes creer en mí, sé que dije muchas cosas sobre nosotros, pero todo ha cambiado. —¿Qué ha cambiado? —exclamó Sabrina, sin entenderlo —Nosotros hemos cambiado, hemos estado juntos este tiempo y yo, solo quiero que siga siendo así. Ella rodó sus ojos con fastidio. —¡Eres un egoísta! Todo debe ser como tú lo quieras o digas, yo la verdad estoy agotada de todo esto, quiero alejarme de ti —sentenció, cruzada de brazos, estaba realmente molesta. —¿Tanto te importa
—Nunca me divorciaré de Marcus, la única forma en que lo haré es que él mismo me pida el divorcio, o me pida que lo deje, si eso no pasa, entonces, resígnese, suegrita querida, va a tener que soportarme hasta que la muerte nos separe, pero dígame, usted porque no dejó que le señor Andrés fuera feliz con la madre de Sabrina, tengo entendido que se supo meter de vuelta para recuperar lo que perdió. —¡¿Cómo te atreves a compararte conmigo, mujer?! —Más bien, usted, ¡¿Cómo se atreve a decirme que deje a Marcus?! Yo soy su esposa, y nadie nos va a separar, menos usted. —Evana, eres una calamidad. Evana sonrió con sorna. —Créame, Fátima, no soy una calamidad tan terrible como lo es usted. Evana salió de ahí, mientras Fátima la miraba con odio. Andrés apareció, tenía una sonrisa en el rostro. —¿Lo escuchaste todo? —Todo-todo —dijo el hombre —¿Y no me has defendido? —¿Defenderte? —exclamó casi indignado—. Te mereces cada palabra que te dijo Evana, pero si yo fuera ella, te hubiese d
Frida miró a Evana con rabia, pensó que esa mujer sería muy fácil de vencer y alejarla, pero se encontró con la horma de sus zapatos. —Bien, será como quieras, pero no te olvides que yo tengo al primogénito de Marcus, y qué, eventualmente tendrá que estar por siempre a mi lado —aseveró la mujer Evana rodó los ojos, sintió que podía perder la cordura ante esa mujer, pero miró a Marcus llegar, quien se acercaba muy lento, tuvo un mejor plan que perder la paciencia con esa mujer, decidió que Marcus se diera cuenta de que clase de mujer era ella. —¿Por qué me dices eso, Frida? Date cuenta de que Marcus y yo tenemos una historia por encima de ti, tú así lo decidiste, dejaste a un gran hombre, ahora él me ama a mí, el pequeño niño siempre tendrá el amor de su padre, y también mi amor. —¡No necesita tu amor, tú serás nada en la vida de mi hijo! No dejaré que te acerques a él. —¡Soy parte de esta familia, Frida! No lo podrás evitar. —Ya verás que sí —sentenció la mujer —¡Frida! Deja en
Marcus fue con Frida, el pediatra revisaba al niño —Haré unos análisis al pequeño, quiero verificar que todo esté en orden —dijo el doctor Marcus asintió, mientras observaba al bebé en la camilla del consultorio, quien comenzaba a llorar asustado. —¿Cuándo tendrá los resultados listos? —En dos días. Marcus cargó al niño y salieron de ahí. —¿Puedes llevarnos al pent-house? Él aceptó. Marcus se quedó con él niño, jugaba con él en la habitación, cuando notó su fiebre, se preocupó al verlo enfermo. Pronto llamaron al pediatra. Marcus avisó a Evana llamándola por teléfono. Quería volver a su lado, pero no podía irse y dejar al niño enfermo. —Me avisas como sigue, espero que pronto se alivie —dijo ella y colgó la llamada. La empleada ayudó a Marcus a bañar al niño, mientras Frida localizaba al pediatra, una vez que el niño estuvo vestido, la fiebre desapareció y Marcus se sintió más tranquilo, n le gustaba ver a un niño sufrir o enfermo. —Creo que está mejor, ya debo irme. Marc
—¿Qué dices? Evana, no digas eso. —¡Es la verdad, Marcus! No te puedo engañar, vi a una ginecóloga, y ella dice que debo recibir un tratamiento, tal vez así pueda darte un hijo, el punto es que por ahora no podré ser madre de nuevo, y eso me está matando, me duele —ella lloró—. Siento que… debería dejarte como todos dicen… Él siseó, puso su dedo índice en sus labios, su mirada se volvió tierna, cálida, le devolvió el calor a su cuerpo frío —No vuelvas a decirlo nunca, porque yo te amo a ti, solo a ti, Evana, no hay nadie, ninguna otra mujer que me haya hecho lo que tú me haces sentir a mí —él tomó su mano, la puso en su pecho—. ¿Lo sientes? Mi corazón late por ti, ni siquiera sabía cuanto te necesitaba en mi vida, hasta ahora, que sé que no podría vivir sin ti, por favor, nunca me dejes. Tendremos un hijo si Dios lo quieres, y si no, podemos adoptar, no importa, porque el hijo que tu ames, yo lo amaré con locura, porque te amo a ti. Ella se abrazó a él con fuerzas, sintió que por f
—¡¿Álvaro?! —exclamó Marcus, de pronto le pareció tan lógico—. Padre, lo que dices es una acusación demasiado fuerte, ¿Qué motivos tienes para creerlo? —He visto el parecido del pequeño Davis con Ismael, tengo mis sospechas. Marcus se quedó perplejo. —Pero… ¡Eso significaría que…! —Que esa mujer te engañó con tu propio sobrino, no es normal para mí que ese niño se parezca tanto a tu hermano, si bien Ismael es tu medio hermano, tú y él no son tan parecidos, así que, algo está mal, algo que yo presiento, no descansaré hasta saber la verdad, y si resulta ser tu hijo, lo compensaré, dando toda la herencia. Marcus estuvo de acuerdo, luego salieron del laboratorio, para volver a la mansión Ford. Álvaro estaba dormido en su cama, Nicol lo miraba con rabia, sostenía la prueba de paternidad, estaba esperando un bebé de ese hombre, pero era inútil, se dio cuenta de que todo era un error, sin embargo, cuando recibió esa llamada, la mujer salió a recibirla al balcón. —Diga. —Señora Ford, y
Días despues. Fátima preparaba su fiesta de cumpleaños, acompañada de Frida, la mujer quería echar la casa por la ventana. —Lo único que me pesa es tener que invitar a Evana, se ha convertido en una piedra en mi zapato, antes, en el pasado, creí que era una buena mujer, porque logró hacer que Marcus se casara y viniera a casa, pero ahora, me doy cuenta de que es una arpía irrespetuosa. Frida sonrió —Yo también lo creo —dijo alimentando el odio de Fátima hacia Evana Ford —Lo que hubiera dado porque mi hijo se casara contigo, querida, lástima. Fátima vio llegar a Sabrina, la miró con enojo, no la soportaba ni un poco, al recordar a su madre que fue su rival. —¿Tú que haces aquí? No te cansas de venir siempre a fastidiar. Sabrina rodó los ojos, Evana que iba llegando, bajó con ella. —No vine a verla a usted. —Esta es mi casa. —Es la casa de la familia Ford, suegrita, no es usted toda la familia Ford, en realidad, ni siquiera el apellido le pertenece —dijo Evana sarcástica —Ni
Fátima tenía el rostro enrojecido, mientras la gente murmuraba totalmente exaltados, ella pudo oírlos. —¡Oh, por Dios! Eran la mejor familia de la sociedad, y mira ahora, parece que tienen tantos escándalos, les tocó un nieto vergonzoso, él estuvo casado con la mujer de su tío, la trató mal, incluso la golpeó, ahora mira, la engañaba desde siempre, tiene un hijo no reconocido, ¡Ese nieto es la calamidad de los Ford! Él lapidará el apellido Ford —exclamaban. Fátima sintió que estaba avergonzada. —¡Basta! —exclamó susurrando a Andrés ÉL la miró con una gran sonrisa en el rostro, ella supo que se burlaba de ella, que lo disfrutaba. Bajaron del podio y el animador del evento logró clamar a los invitados, haciendo que la banda musical comenzara a cantar, distrayendo a los presentes. Al bajar del escenario, Fátima ordenó que todos los Ford fueran adentro de la mansión, todos los siguieron. Stella detuvo a su hijo. —¿Es cierto, Álvaro? ¿ese niño es hijo tuyo? —¡Madre…! —¿Lo sabías?