Evana admiraba el lugar, era un hermoso museo. —Te traje a un lugar aburrido, ¿Verdad? Ella negó ante su marido, tomó su mano, sonrió. —En realidad, me gusta este lugar, pero, sabes, me gusta más porque estás conmigo. —No creas que quiero estar lejos de ti, nunca, Evana, solo, el trabajo me consume, tampoco planeo ser un esposo al que no veas jamás, prometo que voy a arreglar mis tiempos para estar a tu lado. Evana sonrió, sus manos se colgaron a su cuello, estaban tan cerca, él besó sus labios con dulzura. Caminaron por el museo, y luego se sentaron a comer en el restaurante del lugar, bebieron un coctel, era un hermoso día. —¿Por qué piensas que entre Pilar y yo hay algo? Evana bajó la mirada, avergonzada. —Yo… lo siento, escuché rumores. Marcus rio de sus palabras. —¿De verdad? No, Evana, soy todo menos un infiel y traidor, no pienso en ninguna mujer, que no sea la mía, sé que, tienes muchas razones para desconfiar de mí, sé que han roto tu corazón, pero sé cuanto duele l
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