Capítulo ochenta y ocho: La odio “Narra Harry Mascherano”Cierro los ojos, contando internamente para que desaparezca, tratando de conseguir por cualquier medio mantener la cabeza fría. Sin embargo, me resulta imposible. El jodido Nathan Watson se encuentra frente a mí, con su mirada imponente y los brazos cruzados mientras yo estoy aquí, sin camisa, esposado a un sillón y sacado de quicio.—¿Qué haces aquí, Mascherano?—No es asunto tuyo —le corto con brusquedad—. ¿Qué esperas para abrir esta mierdą?—Espera, espera —sus ojos se abren mucho, haciéndose el asombrado. Si supera que la actuación no es uno de sus dones. La comedia mucho menos—, ¿La Bestia Mascherano me está pidiendo ayuda?—En todo caso te lo estoy exigiendo y no es una ayuda —aclaro de mala gana—, es un pago por una deuda.—¡No me digas!El imbécil luce más serio que nunca, pero eso es peor, porque sé que lo hace apropósito para hacerme saber que contiene la risa.—Me la debes, Watson —le recuerdo, haciéndolo reacciona
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