LA PLUMA HA ELEGIDO. El templo estaba en silencio, solo roto por el sonido de la respiración entrecortada y el zumbido de runas mágicas en el aire. Braelyn, con los ojos fijos en Sebastián, caído y debilitado, sintió cómo la furia y el dolor se mezclaban en su pecho. Su amor, su compañero, yacía herido, y aunque la naturaleza le llamaba a transformarse, a unirse a la batalla con colmillos y garras, se rehusaba. No podía arriesgarse; su hijo necesitaba una madre. Sedrik, con la pluma dorada en su garra y una sonrisa de victoria en su rostro, comenzó a murmurar las palabras antiguas una vez más. Pero antes de que pudiera terminar, Braelyn se movió. No era una loba en ese momento, pero su furia le daba una fuerza sobrehumana. Con un movimiento fluido y preciso, producto de años de entrenamiento, cogió la espada del suelo y avanzó. El lobo nunca vio venir a Braelyn. Ella reunió toda su fuerza y las imágenes de todo el daño que Sedrik le había hecho a Sebastián y a ella misma se reproduj
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