UN DULCE DESPERTAR. Al día siguiente, April despertó en los brazos de Marcelo, tenia todo el cuerpo débil y sí, adolorido. «Todo es su culpa, anoche…» Cuando recordó la noche anterior, su cara se sonrojó sin que pudiera evitarlo, pero su corazón latía como si hubiera ganado un boleto de lotería. Marcelo era mucho más que un premio, significaba su felicidad, y ella no podía creer que todo esto estuviera sucediendo. Miró a su esposo que aún parecía dormido, tenía los labios curvos como en una especie de sonrisa y ella adivinó porque, el hombre parecía haberse desatado, se convirtió en un animal insaciable. Se levantó lentamente con temor a despertarlo. Tomó su camisa que estaba en el suelo y se la puso, y cuando se dio la vuelta se encontró con Marcelo sonriéndole. Por un momento, perdió el habla, le sonrió y dijo. ―Bu… buenos días… El hombre se irguió y la sábana se deslizó descubriendo su escultura pecho, April trago un poco y trato de no mirar allí, por alguna razón, su cosa nu
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