Después de las palabras que había dicho, los chicos intentaron ser fuertes, pero, nuevamente se alejaron y frente al pulpito lloraron implorando fuerzas para enfrentar esto, yo también me sentía así.En silencio llore y cuando ya nos quedamos sin energía, nos miramos mutuamente y lo sentí, la conexión de padre e hijos se había formado, no había forma de que alguien en el mundo negara o dudara que ellos fueran mis hijos, porque esta calamidad, había consolidado los intentos de conexión que en el pasado se habían intentado hacer.Había sucedido algo bueno entre tanto sufrimiento, pero, no me gustaba como se había dado. Era doloroso, estábamos unidos, pero, era doloroso ver a mis hijos sufrir y yo no poder hacer algo para poder aliviar su dolor. —¿Qué debemos hacer ahora? — pregunta Albert —Mostrarse fuertes con
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