Narra Helmut
Quería abrazarla, besarla y decirle que todo estaría bien, pero, no era así. no podía prometer ello cuando no podía cumplirlo. Por eso, deseaba tanto ser al menos ese apoyo que ella necesita para avanzar.No había sido eso durante sus momentos enferma estando pequeña y quedando huérfana y tampoco lo había sido cuando tenía a nuestros hijos. Así que, debía hacerlo ahora, pero, era tan duro.Quería sentir su dolor, deseaba tanto poder entrar a su mente y con un poder desaparecer ese maldito tumor que me alejaba de ella, pero, no era posible. Solo un milagro podría salvarla y yo no tenía buenas experiencias con los milagros.—Te hablo en serio, eres un increíble exesposo— dice Aitana y yo no puedo evitar abrazarla.—También puedes tomarme como amante, creo que esa es mi especialidad si se trata de ti— digo yQuería besarla, deseaba que nuestra relación no solo se basara solo en tener una buena relación como amigos con dos hijos en común, pero, no sabía cómo dar el paso y que ella no se sintiera mal.Pero, la deseaba tanto. Deseaba que despertáramos en una misma cama donde no se entendiera donde comienza uno y termina otro, porque estemos abrazados. Quería que la aparente calma, fuera realidad.Deseaba tanto que las cosas fueran mejores, que no hubiese un diagnóstico terminal y que pudiéramos ser la familia que tanto había anhelado tener desde que me enteré de que ella estaba embarazada.—No llores más por favor— dice ella limpiando mis mejillas que apenas me doy cuenta de que se han humedecido por mi llanto que no logro siquiera controlar.—Lo siento. Es que siento que cada día una parte de mi alma se separa de mí y comienza a tornarse frí
Después de escuchar como los tres cantan el triunfo que era evidente, comenzamos a prepararnos para comenzar con nuestra actividad extrema. Una que habíamos cambiado por prevención de una mala experiencia con Aitana que no parece enferma, si no, llena de vida porque sabe que ganó la batalla.Detengo el auto y me preocupo al ver la actividad escogida por Albert; Jetpack. Aunque Albert continuaba diciendo que era un deporte muy seguro, no me agradaba porque a diferencia del flyboard, había una limitación de distancia del suelo que en el Jetpack no esta tan delimitado.Aunque, siendo sincero, era más seguro Jetpack que la actividad que anteriormente Albert había mencionado. Así que, no podía quejarme, cuando había cedido Albert tanto cambiando de actividad.—Creo que es mejor que esto lo hagamos solo los hombres— digo y Ariana de una vez se cruza de brazos.—&iques
Era evidente que los chicos querían una respuesta, pero, no sabía cómo dársela y si me guio por la mirada seria de Aitana, estoy seguro de que sigue aferrada a la idea de que nunca sepan lo que realmente está sucediendo con ella.Por lo que, aclaro mi garganta intentando llamar la atención de los mellizos, quienes nos miran a ambos en busca de una respuesta a su gran duda. Era claro que podía decir que esa era la razón y terminar esta conversación, pero, ¿Qué pasaría cuando Aitana se maree sin que estemos en un deporte extremo?Era claro que debía pensar en una excusa más creíble, pero, nada se me ocurría. Absolutamente nada se me ocurría. Me sentía tan tonto y lo peor, es que no podía usar cualquier vivencia del pasado, porque nunca había tenido que mentir a mis hijos sobre algo tan grande como la muerte de su madre, sin ayuda de algu
Nos preparamos para poder subirnos a cada máquina y cuando veo que Aitana se eleva, me arrepiento de ceder tanto. El grito de ella cala mis huesos y yo me bajo de la máquina para caminar hacia ella.—¿Estas bien? — Pregunto y ella ríe.—Estoy bien, solo me asusté un poco porque no me esperé subir tanto— dice Aitana y yo miro hacia los hombres que controlan ello.De inmediato, ellos retroceden con temor y yo camino hacia ellos, para impedir que Ariana saliera, pero, apenas me muevo, Ariana se eleva en el aire gritando como su madre. Por lo que, de inmediato, corro hacia los hombres que retroceden con temor.—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? — pregunto molesta.—Señor… es que…— dice el hombre con miedo y yo miro hacia la pantalla.—¿Qué pasa? — pregunto intentando saber qué e
Sentía que el reloj de arena que me mostraba que me quedaba poco tiempo con Aitana, había quedado sin tiempo de un momento a otro y todo era por culpa de alguien. Por lo que, corro hacia las personas que intentan huir de mí.Viendo como corren, el deseo de cazar se apodera de mí y yo corro transformándome en el lobo que nunca pierde una presa. La bestia que aparecía cuando la maldición causaba que solo viera a mi presa para asesinarla.Corro detrás de mi presa y muchos presentes gritan al verme convertirme en animal, pero, eso no me importa. Mi mujer había resultado lastimado y ellos debían pagar ello. Sin algún temor de que el hombre muriera en el acto. Me lanzó a él y este cae con su rostro mirándome.—S-señor, por favor. No me haga daño— dice el hombre en un hilo de voz, mientras en su mirada hay un miedo que no puedo describir, lo únic
Las horas pasan y finalmente nos permiten ver a Aitana después de que le hicieron varios exámenes y confirmaran que estaba fuera de peligro. El alivio nos invade y los chicos agradecen a Dios audiblemente mientras esperan poder ver a su madre.Feliz porque mis niños no son violentos como yo, avanzamos hacia la habitación donde la mujer aun no despierta. El doctor me observa y yo entiendo que el momento para saber todo es ahora.Por lo que, asiento para que el doctor se acerque a nosotros y me ayude a decir lo que sucede con Aitana. Porque sé que solo no puedo y no puedo perturbar más a Aitana que intenta verse fuerte, aunque sufre mucho.—Chicos…— digo llamando su atención, después que los dos toman la mano de su madre, para después besar esta o su frente.—¿Sucede algo? — pregunta Albert al ver que el doctor no se marcha.—Quiero que escuchen el report
Después de las palabras que había dicho, los chicos intentaron ser fuertes, pero, nuevamente se alejaron y frente al pulpito lloraron implorando fuerzas para enfrentar esto, yo también me sentía así.En silencio llore y cuando ya nos quedamos sin energía, nos miramos mutuamente y lo sentí, la conexión de padre e hijos se había formado, no había forma de que alguien en el mundo negara o dudara que ellos fueran mis hijos, porque esta calamidad, había consolidado los intentos de conexión que en el pasado se habían intentado hacer.Había sucedido algo bueno entre tanto sufrimiento, pero, no me gustaba como se había dado. Era doloroso, estábamos unidos, pero, era doloroso ver a mis hijos sufrir y yo no poder hacer algo para poder aliviar su dolor.—¿Qué debemos hacer ahora? — pregunta Albert—Mostrarse fuertes con
Al día siguienteNo habíamos podido marcharnos de Ámsterdam como lo teníamos en el cronograma de actividades, porque Aitana aun no despertaba. Por fortuna, los médicos decían que era el agotamiento, lo que la tenía durmiendo y no algo grave.Agotado por no dormir casi, pensando que ella despertaría, salgo a tomar un poco de café y con el computador trabajando en la puerta de su habitación, espero que las horas pasen. Sin embargo, apenas he logrado sentarme en la silla, cuando escucho un quejido.Con temor de que algo malo haya pasado en mi ausencia, abro la puerta de la habitación y ello hace que mis piernas flaqueen. La mujer que no había despertado, se queja levemente mientras intenta levantarse.—Yo te ayudo— digo corriendo hacia ella.Con cuidado, la ayudo a sentarse y yo me quedo de pie observándola, esperando un regaño por permitir que se cayer