Era evidente que los chicos querían una respuesta, pero, no sabía cómo dársela y si me guio por la mirada seria de Aitana, estoy seguro de que sigue aferrada a la idea de que nunca sepan lo que realmente está sucediendo con ella.
Por lo que, aclaro mi garganta intentando llamar la atención de los mellizos, quienes nos miran a ambos en busca de una respuesta a su gran duda. Era claro que podía decir que esa era la razón y terminar esta conversación, pero, ¿Qué pasaría cuando Aitana se maree sin que estemos en un deporte extremo?Era claro que debía pensar en una excusa más creíble, pero, nada se me ocurría. Absolutamente nada se me ocurría. Me sentía tan tonto y lo peor, es que no podía usar cualquier vivencia del pasado, porque nunca había tenido que mentir a mis hijos sobre algo tan grande como la muerte de su madre, sin ayuda de alguNos preparamos para poder subirnos a cada máquina y cuando veo que Aitana se eleva, me arrepiento de ceder tanto. El grito de ella cala mis huesos y yo me bajo de la máquina para caminar hacia ella.—¿Estas bien? — Pregunto y ella ríe.—Estoy bien, solo me asusté un poco porque no me esperé subir tanto— dice Aitana y yo miro hacia los hombres que controlan ello.De inmediato, ellos retroceden con temor y yo camino hacia ellos, para impedir que Ariana saliera, pero, apenas me muevo, Ariana se eleva en el aire gritando como su madre. Por lo que, de inmediato, corro hacia los hombres que retroceden con temor.—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? — pregunto molesta.—Señor… es que…— dice el hombre con miedo y yo miro hacia la pantalla.—¿Qué pasa? — pregunto intentando saber qué e
Sentía que el reloj de arena que me mostraba que me quedaba poco tiempo con Aitana, había quedado sin tiempo de un momento a otro y todo era por culpa de alguien. Por lo que, corro hacia las personas que intentan huir de mí.Viendo como corren, el deseo de cazar se apodera de mí y yo corro transformándome en el lobo que nunca pierde una presa. La bestia que aparecía cuando la maldición causaba que solo viera a mi presa para asesinarla.Corro detrás de mi presa y muchos presentes gritan al verme convertirme en animal, pero, eso no me importa. Mi mujer había resultado lastimado y ellos debían pagar ello. Sin algún temor de que el hombre muriera en el acto. Me lanzó a él y este cae con su rostro mirándome.—S-señor, por favor. No me haga daño— dice el hombre en un hilo de voz, mientras en su mirada hay un miedo que no puedo describir, lo únic
Las horas pasan y finalmente nos permiten ver a Aitana después de que le hicieron varios exámenes y confirmaran que estaba fuera de peligro. El alivio nos invade y los chicos agradecen a Dios audiblemente mientras esperan poder ver a su madre.Feliz porque mis niños no son violentos como yo, avanzamos hacia la habitación donde la mujer aun no despierta. El doctor me observa y yo entiendo que el momento para saber todo es ahora.Por lo que, asiento para que el doctor se acerque a nosotros y me ayude a decir lo que sucede con Aitana. Porque sé que solo no puedo y no puedo perturbar más a Aitana que intenta verse fuerte, aunque sufre mucho.—Chicos…— digo llamando su atención, después que los dos toman la mano de su madre, para después besar esta o su frente.—¿Sucede algo? — pregunta Albert al ver que el doctor no se marcha.—Quiero que escuchen el report
Después de las palabras que había dicho, los chicos intentaron ser fuertes, pero, nuevamente se alejaron y frente al pulpito lloraron implorando fuerzas para enfrentar esto, yo también me sentía así.En silencio llore y cuando ya nos quedamos sin energía, nos miramos mutuamente y lo sentí, la conexión de padre e hijos se había formado, no había forma de que alguien en el mundo negara o dudara que ellos fueran mis hijos, porque esta calamidad, había consolidado los intentos de conexión que en el pasado se habían intentado hacer.Había sucedido algo bueno entre tanto sufrimiento, pero, no me gustaba como se había dado. Era doloroso, estábamos unidos, pero, era doloroso ver a mis hijos sufrir y yo no poder hacer algo para poder aliviar su dolor.—¿Qué debemos hacer ahora? — pregunta Albert—Mostrarse fuertes con
Al día siguienteNo habíamos podido marcharnos de Ámsterdam como lo teníamos en el cronograma de actividades, porque Aitana aun no despertaba. Por fortuna, los médicos decían que era el agotamiento, lo que la tenía durmiendo y no algo grave.Agotado por no dormir casi, pensando que ella despertaría, salgo a tomar un poco de café y con el computador trabajando en la puerta de su habitación, espero que las horas pasen. Sin embargo, apenas he logrado sentarme en la silla, cuando escucho un quejido.Con temor de que algo malo haya pasado en mi ausencia, abro la puerta de la habitación y ello hace que mis piernas flaqueen. La mujer que no había despertado, se queja levemente mientras intenta levantarse.—Yo te ayudo— digo corriendo hacia ella.Con cuidado, la ayudo a sentarse y yo me quedo de pie observándola, esperando un regaño por permitir que se cayer
No podía entender que era lo que estaba pasando. La mujer que se había mostrado hostil al momento de pedirle que regresáramos, en estos momentos me besaba. No comprendía que era lo que sucedía y aunque quería besarla, me alejé sintiendo que me estaba aprovechando de su confusión.—¿Sucede algo? — pregunta Aitana y yo me pego más a la espalda de mi asiento, para estar lejos de ella.—No quiero que debido a tu confusión mental, sientas que me aprovecho de ti al besarte— digo y ella sonríe.—Soy yo la que comencé el beso——Pero, yo tengo mis recuerdos y sé que no estabas de acuerdo en volver conmigo antes de la cirugía o después que no tenías todos tus recuerdos del pasado como ahora. — murmuro y ella sonríe.—Eres tan precavido ahora. No pareces el hombre que me besó el
Debíamos soltar y me alegraba que ella aun recordando todo lo que habíamos vivido y sin recordar lo bien que habíamos pasado estos meses viajando, decidiera seguir adelante. No podía decir que tomaba una decisión sin saber lo que hacía, porque Aitana lo sabía y me alegraba que no me guardara rencor.—Quiero irme de aquí. Quiero que retomemos nuestro viaje familiar hoy mismo— dice Aitana y yo intento procesar lo que sucede.—Entiendo, hoy mismo nos iremos— digo intentando levantarme.—Aunque no recuerdo lo que pasaron estos últimos meses, hay fotografías que me dan una idea de ello. Además, hace pocos días, había comenzado a escribir mi pensamiento de lo que había vivido y aunque dejé una idea general de lo que había vivido, sé que lo he disfrutado. Que hemos sido felices— dice Aitana y yo asiento.—Realme
Seis meses despuésHabíamos pasado el tiempo que los doctores le habían dado a Aitana y aunque desearía que eso fuera la señal de que se habían equivocado con el diagnóstico, no era ese el caso. Ella había empeorado mucho. Tanto que dolía.Había momentos que no recordaba quien era, otras, donde no sabía cómo moverse y en unas, se tornaba tan violenta mientras gritaba que acabaran con su vida. Vomitaba, muchas veces se ensuciaba encima porque no alcanzaba a siquiera avisar.Otras veces, despertaba sin saber cómo hablar y con cada paso, su cáncer en el cerebro, se apoderaba tanto de ella que debíamos colocarle los videos y fotos que habíamos tomado en cada paseo, porque muchas veces desconfiaba incluso de los niños.Hoy, por ejemplo, no hablaba, no se movía, parecía que estuviera en estado vegetal, pero, era porque su cerebro escasame