Capítulo XXIV. Errores que se pagan parte 2.
Rihanna. - “Despierta tenemos que hablar”- una voz seria y furiosa, que yo conocía muy bien, me despertó de golpe. La verdad era que ayer, pese a mi decisión tras que la policía se llevara a mi padre, me sentí débil, era algo que llevaba arrastrando desde hacía un mes, y cuando, por fin conseguí convencer a Kenai para que se durmiera, que yo estaba bien, no pude dormir, por mucho que lo intentaba, una sensación de enfado, culpabilidad, y recuerdos doloroso, me invadieron, la gota fue el comprender que nunca había sido amada por mis padres, y eso, pese a que hacía años que lo tenía superado, gracias a mi abuela, aún me dolía. Pero esto no me quedó claro, hasta que en la noche abrí la puerta cuando la tocaron, y vi delante de mí a Rayco Vieira. En segundos, mientras era acorralada contra la puerta, las ganas de llorar apoyada en ese pecho me ahogaron, y eso me debilitó más, porque, después de un mes, de huir, de sentirme culpable por no acompañar a mi abuela en sus últimas horas,
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