Kenai. No me costó mucho esconder el móvil de mi madre para que no se diera cuanta que lo había usado, lo volví a dejar en su bolso. La verdad es que últimamente no era ella misma, siempre había sido una madre fuerte, parecía que nada la derribaba, era como el Capitán América, mi héroe favorito, ni siquiera cuando tuvo que separarse de nosotros un tiempo, por cuestiones de trabajo, la había visto así. Yo, como le había prometido a mi Mummo, que era como quería que la llamara la abuela, significa abuela en fines, el idioma de Finlandia, debía ayudar a mi madre y cuidarla, porque al estar sola, tendría muchas dificultades en el futuro, sobre todo con sus padres, las personas que más daño le habían hecho a mi madre. Cuando mi Mummo, vivía y su enfermedad, comenzaba a agravarse, aunque no me recordaba, sí que recordaba la infancia y la niñez de mi madre, y solía hablar con tía Milissen de lo que se arrepentía de que su hija, se hubiera enamorado, de uno de los subalternos de su marido
Rayco. En cuanto recibí toda la información que solicité, la furia me invadió. En el coche, de trayecto a la casa donde vivía la que, para mí, desde esa noche que estuvimos juntos, mi mujer, la recibí y apenas contuve la furia, tampoco lo deseaba. Aparte de la documentación que estaba investigado, Kenai me había mando un video que acaba de grabar, donde el abuelo del pequeño había golpeado a mi Medusa, y sin pensarlo, le dije al chofer que se dirigiera a comisaria, por lo visto, aun ese indeseable había sido llevado allí, por la policía. Mediante mi asistente legal y mis influencias, pronto me dieron la visita que aún no le habían concedido a su esposa, que llorosa esperaba en las dependencias policiales a que llegara un abogado que le ayudara a sacar a su marido del calabozo. Mientras esperaba dentro de la sala de vistas de comisaría, la llegada de ese mal nacido, que por desgracia era el padre de mi mujer, mi teléfono no dejaba de recibir mensajes, los ignoré para leerlos despu
Rihanna. - “Despierta tenemos que hablar”- una voz seria y furiosa, que yo conocía muy bien, me despertó de golpe. La verdad era que ayer, pese a mi decisión tras que la policía se llevara a mi padre, me sentí débil, era algo que llevaba arrastrando desde hacía un mes, y cuando, por fin conseguí convencer a Kenai para que se durmiera, que yo estaba bien, no pude dormir, por mucho que lo intentaba, una sensación de enfado, culpabilidad, y recuerdos doloroso, me invadieron, la gota fue el comprender que nunca había sido amada por mis padres, y eso, pese a que hacía años que lo tenía superado, gracias a mi abuela, aún me dolía. Pero esto no me quedó claro, hasta que en la noche abrí la puerta cuando la tocaron, y vi delante de mí a Rayco Vieira. En segundos, mientras era acorralada contra la puerta, las ganas de llorar apoyada en ese pecho me ahogaron, y eso me debilitó más, porque, después de un mes, de huir, de sentirme culpable por no acompañar a mi abuela en sus últimas horas,
Rayco. Mientras esperaba a que esa m*****a mujer se reuniera con nosotros, intentaba mantener una conversación con Kenai, la verdad era que mucho antes de conocerlo me gustaba este chico, y ahora que lo conocía, aún más, era muy responsable y maduro, lo que quería decir que, pese a todo, Rihanna Morris, era una buena madre. -” Entonces ¿por qué quería deshacerse de mi hijo?”- pensé Para mi mente sólo había una razón, y esa era que el hijo que llevaba en su vientre era mío, esa mujer me odiaba, sino no me explicaba porque si trajo a un niño al mundo a los quince años sola, y ahora que era más madura, con medios económicos, y yo, que iba asumir mis responsabilidades, no deseaba tenerlo. No importaban la atracción y el deseo que sentíamos, el cual no pudo disimular, pese a todo, esa bruja de rizos enloquecedores, esa medusa perturbadora, me odiaba. -” ¿Cómo conociste a mi madre?”- me preguntó a Kenai, una cosa que había aprendido de este niño es que era muy sincero y directo.
Rihanna. - “¿Me escucharas al menos?, tengo que decirte algo que no sabes.”- le dije, esperando que, tras explicarle, me dejara hablar, la verdad era que no reconocía a Rayco, ese ser que miraba ahora frente a mí, me atemorizaba. Siempre solía tomárselo todo dentro de sus reglas y sus deseos, pero tenía sus límites, al contrario que el ser que me miraba con esa sonrisa despiadada y diabólica, que al mismo tiempo despertaba mi deseo, junto a esa mirada que se había oscurecido del frio que destilaba, era de todo menos un hombre con el que se pudiera jugar, y menos enfrentarte. Estaba conociendo una parte de Poseidón que sólo había visto en el trabajo, cuando era implacable con un competidor, que creía que podía ganarle la partida. Nunca se lo había aplicado así conmigo. Siempre era insistente, acosador, le gustaba jugar al gato y al ratón, pero nunca, nunca, me había hecho temerle, como ahora. - “No es necesario, no deseo oir tus excusas, me bastan los hechos, y los hechos dicen qu
Rihanna. - “No corras tanto Ray, primero tengo que hablar con mi amiga, recuerda lo que te dije, si ella no desea casarse, no lo va a hacer.”- la voz de Andrómeda me llegó, alta y clara, y por primera vez me di cuenta de los injusta que había sido con ella, al parecer, la mistada para esa mujer era importante, y la nuestra lo era. Ray estaba serio, y me miró, en sus ojos vi la advertencia que me había hecho hace unas horas. Durante esa conversación que tuvimos, mientras los esperábamos a ellos, a la familia Bencomo al completo, llegaban de diferente parte del globo, y además de que Kenai saliera del colegio, para dirigirnos todo al registro civil. Aún, en mi memoria, se conservaba esa conversación. Mi mente reprodujo ese recuerdo, como si acabara de ocurrir. - “Recuérdalo bien señora Viera, adoro a los Bencomo, son mi familia, pero por mi sangre, soy capaz de enfrentarme a ellos, no me perdonaría a mí mismo menos, ni ellos, que fueron quienes me enseñaron el valor de la familia y q
Rihanna. - “¿Entiendes lo que te he explicado, Kenai?”- le pregunté a mi hijo mientras le ayudaba a vestirse, para a continuación irnos a el registro civil, para la celebración de la boda. Mi hijo miró a Rayco que estaba a mi lado, y luego a mí, su cara no expresaba ninguna emoción, y eso me preocupó. Ante su falta de sentimientos y reacciones, respecto a esto, enseguida lo pensé, si mi hijo no estaba de acuerdo, se cancelaria todo, hasta que él cediera. No pensaba dejar que él lo pasara mal, porque la estúpida babosa estuviera en plan Terminator vengativo y castigador conmigo, no mis hijos, como para él, son lo primero también. - “Si no estás de acuerdo…”- comencé a decirle, pero mi hijo me ignoró para mirar de nuevo a Rayco y preguntarle. - “¿Y tendré un hermano?”- parecía muy serio con esa pregunta. - “O una hermana, aún no sabemos”- le respondió Rayco agachándose para ponerse a la altura de Kenai. - “Prefiero un hermano, pero si es una hermana, no me quejaré. ¿Y tú serás mi
Rihanna. - “No te hagas ilusiones que esta noche no va a pasar nada, así que todo esto que has organizado sobra.”- le dije al descarado Poseidón u a vez que nos quedamos solos, después del dia que habíamos llevado, lo que menos tenía ganas era de seguir una lucha con ese maldito controlador. De una u otra manera, desde la noche anterior, mi vida me había dejado de pertenecerme, todo el mundo tomaba decisiones por mí, y eso en una rebelde como yo, era algo difícil de sobrellevar. Y la guinda del pastel fue que, tras la boda, se me comunicara como ya hecho varias cosas que casi me hacen explotar la cabeza. Primero que íbamos a volver a Filadelfia a vivir a la mansión Vieira, ya que tanto mi trabajo como el de mi marido estaba allí, por lo visto el maldito de Rayco Vieira, había mandado a detener mi renuncia, y todo este mes para la empresa sólo fue unas vacaciones que se me debían de hace tiempo, unidas al permiso que se me concedió por el fallecimiento de mi abuela, así que todavía