Alexandra Green Las palabras de Von tenían en mí el mismo efecto que un toro a quien le mostraban un trapo rojo, me quedé mirándolo de manera desafiante, con firmeza, lista para enfrentarlo, aunque me costaba creer que estuviera diciéndome eso, amenazándome con un bendito contrato que él mismo había violado innumerables veces, por un par de segundos me quedé en silencio, esperando que él se levantara y me dijera que solo se trataba de una broma, pero no pasó. Allí estaba él, serio como si fuera el rey del mundo, soberbio, inmutable, en su posición de macho alfa, lomo plateado, manos de lija, hombre de pelo en pecho, voz de trueno, barba de leñador, sed de vikingo, rifle cromado, tratando de imponerme su voluntad. Lo que no sabía es que yo era una mujer fuerte, dura, guerrera, onna-musha, samuraí, Kunoichi, un hueso duro de roer que no estaba dispuesta a dejarme imponer nada y él ya debería saberlo, conmigo se ganaba más por las buenas que por las malas. Caminé hacia él, irguiéndome
Leer más