Alexandra GreenPasé la noche emocionada en mi nueva casa, estaba tan contenta porque era algo que podría pagar yo y que nadie iba a poder sacarme, había firmado el contrato por dos años, y durante ese tiempo esperaba encontrar por fin mi tranquilidad.Vi los regalos de Von y me sonreí, había sido un detallazo de su parte, me sorprendió gratamente, porque no lo creí capaz de hacer cosas tan lindas, sin darme cuenta comencé a suspirar, al pensar en esos besos que me había dado, por poco caigo rendida, pero no, debía ser dura, lo debo ser por todas esas mujeres duras que no caen en la tentación.Claro que eso es porque ellas no tienen una tentación de casi un metro noventa, músculos duros, labios carnosos, nalgas firmes, mechota gigante y las hormonas alborotadas, me dije en un suspiro.Es que definitivamente, ese hombre me había dejado con dentera, o como decía un personaje de una novela que leí de los Ferrari, Mujer prohibida, con cuquicardio, llamándole así a los latidos de excitac
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