Dos días después, el sol brillaba con fuerza en un cielo despejado, prometiendo un día perfecto. Daniel estaba en la joyería, contemplando el hermoso anillo de diamantes que había elegido con tanto cuidado. El joyero le sonrió, envuelto en un aire de complicidad.―Es un gran anillo ―dijo el joyero, mientras envolvía la joya en una elegante caja de terciopelo negro―. Estoy seguro de que le encantará.Daniel sonrió, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que este anillo no solo era un símbolo de su amor, sino también una promesa de su futuro juntos, en señal de pertencencia a ella. Se imaginaba el momento en que Valeria vería la joya, su reacción, y cómo se sentiría al volver a pedirle que fuera su esposa.Esa tarde, todo estaba listo para la sorpresa. Había organizado un almuerzo en un elegante crucero que navegaba por la costa. La vista del océano era impresionante, y la brisa marina llenaba el ambiente de una sensación de romance.Valeria llegó al puerto, un poco nerviosa pero emocion
Leer más