―Solo quería que supieras que tienes opciones. No olvides lo que te dije.Valeria observó cómo salía de la oficina, su presencia dejando un rastro de incomodidad. Se quedó en silencio por unos segundos, antes de tomar su teléfono y marcar un número.―Daniel, necesito hablar contigo. Ahora.Daniel llegó a su oficina minutos después, su expresión de preocupación palpable. Cerró la puerta detrás de él, sin quitarle los ojos de encima a Valeria.― ¿Qué pasó? ―preguntó, acercándose a ella.Valeria suspiró, frotándose la sien. Sabía que esta conversación era inevitable, pero no esperaba que fuera tan pronto.―Sebastián estuvo aquí. Intentó… seducirme con la idea de traicionarte. Quería información confidencial.Los ojos de Daniel se endurecieron, y Valeria pudo ver la ira que bullía bajo su exterior calmado.―¿Y qué le dijiste?―Que no lo haría. Que no traiciono a las personas en quienes confío.Daniel la miró por un largo momento, antes de acercarse y tomar sus manos entre las suyas.―Sabí
Dos días después, el sol brillaba con fuerza en un cielo despejado, prometiendo un día perfecto. Daniel estaba en la joyería, contemplando el hermoso anillo de diamantes que había elegido con tanto cuidado. El joyero le sonrió, envuelto en un aire de complicidad.―Es un gran anillo ―dijo el joyero, mientras envolvía la joya en una elegante caja de terciopelo negro―. Estoy seguro de que le encantará.Daniel sonrió, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que este anillo no solo era un símbolo de su amor, sino también una promesa de su futuro juntos, en señal de pertencencia a ella. Se imaginaba el momento en que Valeria vería la joya, su reacción, y cómo se sentiría al volver a pedirle que fuera su esposa.Esa tarde, todo estaba listo para la sorpresa. Había organizado un almuerzo en un elegante crucero que navegaba por la costa. La vista del océano era impresionante, y la brisa marina llenaba el ambiente de una sensación de romance.Valeria llegó al puerto, un poco nerviosa pero emocion
Valeria sintió un alivio en su pecho. Había tenido miedo de que su relación se viera afectada por el estrés del trabajo, pero la pasión y la sinceridad de Daniel la tranquilizaban.―Te amo, Daniel ―dijo ella, su voz suave pero firme.Él se inclinó y le dio un beso profundo y significativo. En ese instante, el mundo exterior dejó de existir; solo quedaban ellos dos, rodeados por el murmullo del mar y el brillo de las estrellas.De repente, Daniel se separó y sonrió con picardía.―Hablando de obstáculos, tengo un plan para celebrar nuestro compromiso.Valeria lo miró con curiosidad.―¿Qué tipo de plan?Él sacó un pequeño papel de su bolsillo.―He reservado un viaje sorpresa para nosotros. Un fin de semana en una isla privada. ¿Qué te parece?Los ojos de Valeria se iluminaron.―¡Eso suena increíble! ¿Cuándo vamos?―Mañana. Quiero que desconectemos de todo y solo nos centremos en nosotros.Valeria se sintió abrumada por la emoción.―¿En serio? Daniel, esto es perfecto.Él asintió, sonrien
Daniel se inclinó hacia ella, tomando su mano en la suya.―Quiero que compartamos nuestros sueños. Lo que esperamos del futuro, lo que queremos construir juntos.Valeria sintió un nudo de emoción en su estómago.―Me encantaría, pero… ¿y si nuestros sueños no coinciden?Daniel sonrió, con confianza.―No hay forma de que no lo hagan. Te conozco lo suficiente para saber que nuestros corazones laten al mismo ritmo.Ella se sintió reconfortada por sus palabras.―Está bien. Te prometo ser sincera.Daniel se acomodó un poco más cerca, y ambos comenzaron a compartir sus visiones del futuro: Valeria habló de su deseo de abrir su propia empresa de diseño, mientras que Daniel compartió su ambición de expandir su negocio y hacerlo más sostenible.Mientras conversaban, Valeria se dio cuenta de que cada palabra que salía de sus labios solo fortalecía su conexión. Era como si cada sueño y deseo que compartían los uniera aún más, creando una base sólida para su futuro juntos.De repente, el sonido de
Las dos amigas continuaron conversando, riendo y soñando sobre la boda, el futuro y la vida que les esperaba. Valeria sentía que cada momento era un regalo, lleno de alegría y amor.Una vez que terminaron de comer, Valeria sintió otra oleada de antojos.―Hmm, creo que podría tener ganas de un helado también.Natalia levantó una ceja, sonriendo.―Vaya, parece que este antojo no se detiene.Ambas se pusieron de pie, dispuestas a buscar una heladería cercana. Mientras caminaban, Valeria sintió que el mundo a su alrededor se iluminaba. Era como si cada paso que daban las acercara más a sus sueños.Al llegar a la heladería, Valeria pidió un cono de helado de vainilla con chispas de chocolate. Mientras disfrutaban de su postre, una idea le cruzó la mente.―Nat, ¿y si hacemos una lista de invitados juntas? Podría ser divertido.Natalia se iluminó ante la idea.―¡Sí! Vamos a anotar a todos los que quieres invitar y a quiénes deberíamos dejar fuera.Rieron mientras hacían la lista, compartiend
―¿Qué te gustaría pedir? ―preguntó Daniel, sonriendo mientras revisaba el menú.Valeria lo miró, la emoción brillando en sus ojos.―Definitivamente quiero un brownie de chocolate y un café con leche. Y quizás… un trozo de tarta de chocolate.Daniel se echó a reír.―¿Estás segura de que no quieres pedir toda la repostería del lugar?Ella se sonrojó, divertida por su comentario.―Bueno, si pudiera, lo haría.Cuando el camarero se acercó, Valeria hizo su pedido con entusiasmo, y Daniel pidió un café negro y un croissant.Una vez que los platos llegaron, Valeria no perdió tiempo en hundir su tenedor en el brownie, disfrutando de cada bocado como si fuera un regalo divino.―Esto es increíble ―murmuró, con la boca llena.Daniel la observaba con una mezcla de cariño y admiración.―No puedo creer cuánto disfrutas de la comida. Es contagioso.Valeria levantó la vista, con un trozo de brownie suspendido en el aire.―¡Tienes que probarlo!Él tomó un pequeño bocado, y sus ojos se iluminaron.―Est
Poco después, llegaron a la cafetería. Daniel estacionó y se apresuró a abrir la puerta de Valeria.―Vamos, reina. El licuado de galleta está a solo unos pasos.Valeria sonrió, sintiéndose más animada. Mientras caminaban hacia la entrada, un aire fresco les envolvió, y la idea de disfrutar de algo delicioso le devolvió la energía.Al entrar, el aroma del café fresco y los productos horneados llenó el aire, y Valeria sintió que su malestar desaparecía poco a poco.―Aquí está, el licuado de galleta te espera ―dijo Daniel, guiándola hacia el mostrador.Valeria no podía esperar para pedirlo, y en ese instante, supo que, sin importar lo extraño de sus antojos, siempre tendría a Daniel a su lado, listo para hacer cualquier cosa por ella.Valeria se acercó al mostrador, su entusiasmo renovado mientras observaba el menú. Las opciones eran tentadoras, pero su mente solo se centraba en el licuado de galleta.―¡Hola! Quisiera un licuado de galleta, por favor ―dijo con una sonrisa a la barista.L
Daniel se levantó y la ayudó a levantarse, dándole un pequeño beso en la frente.―Vamos, te conseguiré agua y luego hablaré con los chicos. No te preocupes, te apoyaré en lo que necesites.Valeria sintió una oleada de gratitud mientras caminaban juntos hacia la puerta del baño. Sabía que, a pesar de los desafíos, siempre podría contar con Daniel para enfrentar cualquier cosa que viniera.Valeria regresó a su escritorio, la mente aún aturdida por la experiencia en el baño. Intentó concentrarse en los documentos frente a ella, pero las palabras comenzaron a desdibujarse. Era como si sus párpados tuvieran vida propia, pesados y listos para cerrarse.Con un suspiro, movió la carpeta de asuntos a un lado y apoyó la cabeza en el escritorio, buscando un breve momento de descanso. Sin darse cuenta de cuándo, el cansancio la superó y se quedó dormida, la oficina alrededor de ella continuando con su ritmo habitual.Unos minutos después, sintió una suave presión en su hombro. Abrió los ojos con