Alex regresa a casa, cansado y buscando relajarse. Se dirige a la ducha, dejando que el agua caiga sobre él durante un largo período. Al salir, regresa a la habitación y se acuesta en la cama, que parece extrañamente amplia, intensificando la sensación de vacío que lo abruma. Con el celular en la mano, toma la decisión de llamar a Rebecca.– No puede esperar, ¿verdad? – Dice, riendo al ver la llamada. Ella se levanta y pone música alta. – Hola. – Contesta, casi gritando.– ¿Dónde estás? – Pregunta mientras se acomoda en la cama.– ¿Puedes repetirlo? No puedo oírte, la música está muy alta. – Dice, con una risa contenida.– Rebecca, ¿dónde estás? – Insiste, irritado.– Sr. Baker, ¿eres tú? ¡No estoy escuchando bien! – Provoca, en un intento de irritarlo aún más. – Ya voy, déjame terminar aquí. – Susurra, como si estuviera hablando con alguien, aumentando el tono de diversión en su voz.– Rebecca, no me hagas ir a Nueva York a esta hora, ¡maldita sea! ¿Dónde estás?– Lo siento, no puedo
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